«Muchos mundos sin centro ni periferia forman parte de un todo infinito»

Filippo Bruno, más conocido por su nombre religioso, Giordano, se hacía llamar «el Nolano» por haber crecido en Nola, una localidad próxima a Nápoles, en 1548. A lo largo de su intensa vida, ninguna ciudad ni ningún país lograron retener a quien fue uno de los espíritus más inquietos e indómitos de la Europa del siglo XVI. Fue astrónomo, filósofo, teólogo y poeta italiano. Sus teorías cosmológicas superaron el modelo copernicano, pues propuso que el Sol era simplemente una estrella y que el universo debía contener un infinito número de mundos habitados por animales y seres inteligentes. Con esta propuesta no es de extrañar que haya sido uno de los personajes de la historia de Italia más relegado al olvido.

Además de Nicolás Copérnico, su obra estuvo influenciada por Galileo Galilei; Gottfried Leibniz, Arthur Schopenhauer, Friedich Schelling y Gilles Deleuze. Falleció el 17 de febrero de 1600, en Campo de Flori.

A los 14 años, el joven Bruno partió hacia Nápoles, donde intentó encauzar su exaltada religiosidad ingresando en un convento de la orden de los dominicos. Muy pronto empezó a causar revuelo por su carácter poco dócil y sus actos de desafío a la autoridad religiosa. No obstante, fue ordenado sacerdote en 1572 y se doctoró en Teología en 1575. Se apasionó por la exégesis bíblica y, sobre todo, por la posibilidad de concordar la teología cristiana con el emanatismo neoplatónico. En este aspecto consideró a las tres «personas» de la Trinidad como otros tantos atributos (poder, sabiduría y amor) del único Dios. Dios, en calidad de Mente, se halla sobre la naturaleza; en cuanto intelecto, Dios es sembrador en la naturaleza; y, en cuanto Espíritu, Dios es la misma alma universal.

Huída de Nápoles por herejía

Tuvo que huir de Nápoles a causa de un proceso de herejía incoado contra él, y de Roma por temor a verse acusado de un asesinato en el que no estuvo involucrado. Llegó, primero, a Liguria; luego estuvo en Turín, después en Venecia (donde publicó su primer libro, actualmente perdido) y, sucesivamente, en Bérgamo, Saboya y Ginebra. Acogido en esta ciudad por un adepto napolitano del calvinismo, e inscrito en la universidad y en la iglesia de esta secta, se rebeló muy pronto contra sus maestros, y fue privado de la Santa Cena.

Poco después, se dirigió a Francia, donde desempeñó una cátedra en Toulouse durante dos años. Luego se trasladó a París, donde ofreció al rey Enrique III de Francia su obra «De las sombras de las ideas», uno de los textos de mnemotécnica que hizo imprimir en la capital francesa durante su primera estancia en la ciudad. Instalado ya en París como profesor extraordinario, su poca habilidad para afrontar la falta de disciplina de los estudiantes le indujo a trasladarse a la corte de Isabel I de Inglaterra, siguiendo al embajador de Francia.

Fructífera estancia en Inglaterra

Los dos años y medio que vivió entre Oxford y Londres se cuentan entre los más importantes de su vida. Se dedicó a componer y publicar la trilogía «Diálogos italianos» y «Expulsión de la bestia triunfante«, una comedia mitológica en la que los dioses resuelven hacer penitencia, ahuyentan del cielo a osas y escorpiones y los reemplazan por los signos de las virtudes.

Otras de sus obras son: «El Candelero«, «La Cena del Miércoles de Ceniza», «De la causa, principio y uno«, «Del infinito universo y mundos», «La Cábala del caballo Pegaseo y del asno Cilémico» y «Heroicos furores».

Del mínimo al infinito, pasando por lo inmenso y los innumerables

Al regresar a Francia, Giordano Bruno empezó a exponer las obras de Aristóteles. Nuevas protestas estudiantiles le llevaron a Alemania, donde publicó los tres poemas latinos que integran el segundo grupo de sus textos más ilustres. «Del mínimo» propone el concepto del mínimo físico, el átomo; y de mínimo matemático, el punto, entendido cual la esfera más pequeña posible. «De la mónada«, que resulta hasta cierto punto similar a los escritos mágicos del autor, muestra la conversión de la unidad en dualidad y sus posteriores complicaciones, que dan lugar a la tríada, la tétrada, etc., hasta llegar a la década. «De lo inmenso y de los innumerables» reanuda el tema que se halla en «Del infinito» con una nueva conciencia de los progresos contemporáneos de la astronomía.

Invitado por Juan Mocenigo, marchó a Venecia, donde acabó siendo denunciado al Santo Oficio por su anfitrión a causa de sus discursos heréticos. Conseguida por la Inquisición romana la extradición, Giordano Bruno fue encarcelado, interrogado por los inquisidores y, finalmente, condenado a una muerte cruel.

Giordano Bruno es el símbolo del pensamiento libre rebelado frente al dogma religioso. Su vida, pensamiento y obra supone una vuelta al naturalismo antiguo. Sostuvo más allá de la osadía sus opiniones en todos los países de Europa y ante los poderosos y doctos. Finalmente, después de ocho años de cárcel, prefirió la muerte a la retractación. Por ello aparece en la historia como un héroe sublime de una humanidad resuelta a reivindicar y defender a costa de la vida el derecho a pensar de acuerdo con una razón autónoma y meramente filosófica.

Fuentes:

Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Giordano Bruno. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España). Recuperado de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/bruno_giordano.htm el 21 de febrero de 2021.

http://www.filosofia.org/enc/ros/brun.htm

https://www.astromia.com/biografias/bruno.htm

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