En la parte 1 del documental La Caída del Cabal II, un excelente trabajo de Janet Ossebaard, descubrimos los orígenes del Cabal.

Fuimos de Sumeria hasta Babilonia. De Canaán a Khazaria. Después, seguimos a los kházaros en su éxodo por Europa. En paralelo, conocimos el surgimiento de los caballeros Templarios y su reconversión, a través de los siglos, en la Compañía de Jesús.

En este segundo capítulo, estas dos historias se encuentran, en un momento crucial, para forjar la Alianza Illuminati.

La venganza del Cabal no había sido estructurada hasta esta encrucijada. Ahora confluía en un plan brillante; malvado, pero brillante. El plan consiste en subyugar a la Humanidad, empezando por sus principales enemigos.

Pero, no teman, su plan no va a llegar a término. De hecho, ya está abortado. Ahora toca la Libertad, la Paz y la Alegría.

Adam Weishaupt, el nexo

La historia de los jázaros y los jesuitas se encuentra en 1748, en el sur de Alemania, en Baviera, en un pequeño pueblo llamado Ingolstadt. Allí, el 6 de febrero nació un niño, Johann Adam Weishaupt, que fue acogido por la Compañía de Jesús a los cinco años, tras la muerte de su padre. Los jesuitas lo tomaron bajo sus alas y lo prepararon para la tarea que le encomendaron, ya que resultó ser un niño muy inteligente, y de férrea voluntad.

Ingolstadt, pueblo alemán de la región de Baviera, donde nació el fundador de los Iluminati

En 1773, tuvo lugar una reunión secreta entre Mayer Amschel Rothschild y un grupo selecto de doce prominentes hombres de negocios khazarianos en la que acordaron unir fuerzas y riquezas para mantener concentrado y controlado su poder con el fin último de dominar al mundo.

El excesivamente rico Rothschidl, khazariano azkenazi, había puesto sus ojos en el joven y brillante Weishaupt para llevar a cabo su plan y dirigir su organización.

La Orden de los Illuminati

Weishaupt creó el 1 de mayo de 1776 la Orden del Perfeccionista, futura orden de los Iluminados de Baviera. Esta fue la excusa o instrumento perfecto para implementar los planes del poderoso grupo de élite judeo azkenazi.

Como dijimos en el capítulo anterior, de esta manera se unieron el poder del imperio  financiero de los banqueros askenazis Rothschild con la fuerza militar y la riqueza de los jesuitas. Su objetivo: la creación de un Gobierno mundial y el dominio total.

Weishaupt sustentó la Orden de los Illuminati en un documento antiguo que Mayer A. Rothschild le entregó. Se trataba de la Carta de Constantinopla, fechada en 1489. Este escrito había sido guardado celosamente por los jázaros. Su autoría corresponde a los Nasi, los líderes del Sumo Consejo Judío (Gran Sanhedrin), y fue su respuesta a una petición de ayuda de los judíos askenazis asentados en Francia después de la expulsión del territorio ruso (Khazaria), donde se había instalado tras el éxodo desde Canáan y Babilonia.

La Carta del Sanedrín de Constantinopla

La orden de los judíos Nasi a los azkenazis en la Carta de Constantinopla fue la siguiente:

En cuanto a lo que dices que el rey de Francia os obliga a ser cristianos, hacedlo. Ya que no podéis hacer otra cosa, sino guardar en vuestro corazón la ley de Moisés.

En cuanto a lo que decís sobre la amenaza de despojaros de vuestros bienes, haced a vuestros hijos comerciantes, que poco a poco puedan despojar a los cristianos de lo suyo.

En cuanto a lo que dices de que atentaron contra tu vida, haz de  vuestros hijos médicos y boticarios, que puedan quitar vidas cristianas.

En cuanto a lo que dices de que destruyeron tus sinagogas, haz de tus hijos cañones y clérigos, para que destruyan sus iglesias.

En cuanto a las otras muchas vejaciones de las que te quejas, haced que tus hijos se conviertan en jueces y abogados, y velad para que siempre se mezclen con los asuntos del Estado, para que poniendo a los cristianos bajo tu yugo puedas  dominar el mundo y vengarte de ellos.

No te desvíes de este orden que te damos. Porque encontrarás por experiencia que, humillado, llegarás a la actualidad del poder”.

Carta de Constantinopla. 1489

En otras palabras, se les dijo que mintieran y fingieran la conversión, y se infiltraran en todos los aspectos de la sociedad: el comercio, la medicina, la religión, la política, con el único propósito de vengarse y destruir.

El plan del Cabal

La familia Rothschild financió la creación de la Orden Illuminati de Weishaupt en 1776, sobre el plan para dominar al mundo propuesto en 1489 en la Carta de Constantinopla por el Sumo Consejo Judío Nasi a los judíos askenazis de Francia.

En 1777, Weishaupt se unió a la Logia masónica del Gran Oriente Francés. Nombró a más de dos mil jesuitas jefes de logias en todo el mundo.  Estableció así un imperio de poder y control mundial, en el que la Orden jesuita era la araña en la telaraña.

A continuación, abandonó oficialmente la Orden, con la intención supuesta de que nunca surgirían sospechas sobre la participación de la Iglesia Católica y Romana, bajo consejo jesuita,  en la conspiración Illuminati.

Alianza Illuminati-Cabal

La alianza de los jázaros luciferinos y de los jesuitas católicos había comenzado. Sus metas eran la obtención de ganancias personales, riquezas y poder, la sumisión de las familias reales y  la aniquilación de los infieles. En otras palabras, la venganza de todos los que les habían traicionado alguna vez.

Primero, orquestaron la venganza contra Francia, el enemigo común de azkenazis y jesuitas. A continuación, sería el turno de todos los demás países europeos que habían expulsado a los jesuitas e intentado someter a los judíos jázaros. El plan se extendería contra pueblos de todo el mundo hasta nuestros días. Nadie escaparía a su ira.

Los Rothschild usaron sus riquezas para impulsar todas las guerras previstas en el plan. Habían descubierto que financiando a los dos bandos, ganaban doblemente.  NO tuvieron piedad.

Napoleón, primer peón illuminati

El primer peón de la venganza iluminati fue Napoleón Bonaparte. El hecho de que la revolución francesa fue planeada y financiada por sociedades secretas de la élite masónica fue documentado por el jesuita francés, Agustín Barruel, en su obra “Historia del Jacobinismo”.

Asimismo, existen pruebas tales como que el consejero de Napoleón era un jesuita, Enmanuel Sieyès. El mismo Napoleón fue un maestro masónico, elegido e iniciado por la Orden para desempeñar un papel clave. El hermano de Napoleón, Luis Bonaparte, fue elegido gran maestre de la Gran Oriente Francés. Josefina, su esposa, fue miembro también de la Orden.   

Bajo el gobierno de napoleón el número de logias creció de 300 a 1220. Y su mano oculta bajo el chaleco era el signo del maestro del segundo velo que tantos líderes mundiales masones han mostrado a lo largo de los siglos.  

Sin embargo, Napoleón fue un títere del Cabal. Nos hicieron creer que era el testaferro. Pero, no lo era. La mano que mecía la cuna siempre fue la Compañía de Jesús.

La Revolución Francesa

La Revolución comenzó en 1789, y duró diez largos y sangrientos años de terror absoluto.  Fue el plan maestro del consejo jesuita para vengarse de Francia por la expulsión de la Orden en 1307, para desestabilizar el país a través de la guerra y derrocar la corona francesa, que envió a la hoguera a Jacques de Molay, su gran maestre (este pasaje está relatado al detalle en el primer capítulo de La Caída del Cabal II).   

La mecha que prendió la revolución fue el jacobismo, un movimiento extremista político fundado por el consejero de Napoleón, el jesuita Sieyès. Los jacobinos provocaron caos, disturbios y saqueos en toda Francia. Asesinaban a todos los que se interponían en su camino, dejando un rastro de muerte y destrucción.

El plan jesuita resultó un éxito: las guillotinas funcionaron durante años horas extras.

“La Orden jesuita es la más peligrosa de todas. Ha causado más daño que ninguna. Su doctrina implica que su general supremo es el soberano de los soberanos y el amo del mundo”.  

Napoleón Bonaparte. 1816. Memorial de Santa Helena

Las guerras napoleónicas (1799-1815)

Las siguientes guerras napoleónicas causaron aún más inestabilidad y destrucción. No sólo en Francia, sino en todos los países que el Bonaparte invadía: Austria, Rusia, Inglaterra, Prusia, Portugal y España, donde la familia real fue expulsada y José Bonaparte fue impuesto como emperador. Todos los países donde la Orden había sido expulsada sufrieron la venganza de la Alianza Illuminati.

Durante las guerras napoleónicas, la masonería judeo-jesuita siguió su estrategia más exitosa. Financió a ambos bandos siempre. En realidad, no importaba quién ganara. La guerra era un sistema de ingresos asegurados.

Durante la guerra entre Inglaterra y Francia, con motivo de la batalla de Waterloo, en 1815, el Rothschild, Nathan, un despiadado hombre de negocios, hijo de  Mayer Amschel, realizó una jugada en la bolsa de Londres que le convirtió en el hombre más rico de Inglaterra.

Aprovechando una información privilegiada que consiguió a través de su empresa de mensajería, conoció antes que nadie la derrota de Napoleón en Waterloo, vendió caras y compró baratas millones de acciones. Así, incrementó su riqueza de forma extraordinaria, además de ser el mayor acreedor del rey, Jorge III, ya que había financiado sus guerras  contra Francia.  

No sé qué marioneta se sentó en el trono de Inglaterra para gobernar el Imperio. El hombre que controla la oferta monetaria de Gran Bretaña controla el imperio británico y yo controlo la oferta monetaria”.

Nathan Rothschild

I GUERRA MUNDIAL (1914-18)

En principio, esta guerra surgió de un enfrentamiento entre el imperio austro-húngaro y Serbia. Sin embargo, toda Europa acabó implicada. Resultado: cuatro años de horror en trincheras. Nueve millones de muertos. Alemania, en ruinas. Ese era el objetivo jesuita: Acabar con la Alemania protestante, en cumplimiento del juramento de la Orden. Harían cualquier cosa para destruir su horrible raza para siempre.

El trasfondo: los dirigentes del imperio austrohúngaro eran líderes prominentes de varias órdenes jesuitas, como la Orden Suprema de Cristo. Existen numerosas pruebas de la conexión jesuita del emperador Francisco José. En 1880, otorgó el título de maestro del sacro imperio romano germánico a los grandes maestros de la Orden de Malta. Incluso, fundó su propia Orden, la Imperial Austríaca de Francia.

Imagen del emperador Francisco José ante el mapa del imperio austro-húngaro

Recapitulación

Recapitulando, tres años después de la bula papal que suprimió la Orden de los Jesuitas, Adam Weishaupt y lord Rothschild fundaron la Orden de los Illuminati de Baviera, sobre el plan propuesto en la Carta de Constantinopla en 1489. Este documento sagrado para los falsos judíos emigrados desde Khazaria a Francia procedía del Consejo Supremo Judío, y fue guardado celosamente durante tres siglos. La Alianza entre askenazis y jesuitas se puso en marcha para llevar a cabo la venganza que unió a ambas facciones a través de un estructurado proyecto de control absoluto sobre la Humanidad.

La venganza jesuita quemó la tierra. Europa pagó el precio máximo por su traición. Guerra tras guerra rugió, matando a millones, y dejando nada más que desesperación y fervor entre las masas. Todas y cada una de las guerras enriquecieron cada vez más al Cabal, haciendo que la brecha entre ellos y la gente fuera cada vez más grande.

Alemania estaba en bancarrota y destruida cuando terminó la primera guerra mundial. ¿Por qué no Austria y Hungría que había comenzado la guerra? Por el dominio de la élite jesuita-cabal en ese imperio.

La Alemania protestante fue derribada. Pero, el Cabal sólo acababa de comenzar a actuar. Continuó su plan destructivo para subyugar al mundo entero al manipular el mercado de valores en todo el mundo, comenzando en EEUU. Alemania iba a sangrar aún más. Los eventos que siguieron iban a llevar a la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo se relaciona el plan con la Revolución  Rusa? Te lo contamos en la tercera parte de la Caída del Cabal II.

Ahora, escucha el relato completo traducido al español por Zamna en su canal de Loveotv:

https://loveotv.com/watch/la-caida-del-cabal-secuela-parte-1-al-5_nhwyPpUpkVO45dU.html#

Gracias Alvaro.

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