TrasAstrología o como expandir la esfera de consciencia

TrasAstrología o como expandir la esfera de consciencia

TrasAstrología o como expandir la esfera de consciencia 

La TrasAtrología permite al iniciado liberarse de la rueda zodiacal superando sus límites cósmicos y expandiendo su esfera de consciencia. Hace posible desarrollar en el estudioso la semilla interna que porta desde el principio de las edades y establecer su propia verdad. La TrasAstrología rompe con la dependencia maestro / discípulo y suscita la aparición del maestro interior.

Los registros akáshicos

La ciencia iniciática enseña que vivimos sumergidos en un océano fluídico, al que ha llamado Éter. Este fluido es tan sensible que queda inscrito en él el más insignificante de nuestros actos, el más tenue de nuestros pensamientos, la más fugaz de nuestras emociones.

Cada criatura que piensa, siente y se mueve, imprime nuevas vibraciones al Éter. Su naturaleza es extremadamente misteriosa y puede definirse como la más enorme y antigua biblioteca de la presencia del humano sobre la Tierra.

Este fluido, (akasha), donde todo se registra, donde todo se refleja, se extiende hasta los confines del Universo, que son para el ser humano los límites del zodiaco. El límite representa, simbólicamente, el espacio que el creador estableció para hacer el mundo.

En el momento del nacimiento, el cuerpo etérico del niño, que aún es como una cera blanda y virgen, recibe la huella de las influencias de los Astros y graba su plantilla de existencia.

En cada uno de nosotros está inscrita la dinámica cósmica y, por consiguiente, deberíamos estar en condiciones de comprenderla y poder regresar a los biorritmos universales que nos darán bienestar y equilibrio, permitiendo nuestro desarrollo.

Que es el M.F.P.A.

El MFPA o Manual de Funcionamiento en Piloto Automático conduce a la unidad de carbono mientras funciona en modo inconsciente. Es el sistema que tiene el universo para hacernos cumplir un programa mínimo de actuación siempre que no despertemos nuestra consciencia.

En el momento en que la unidad de carbono se reconoce como eso, deja de ser eso y comienza un camino de autoconocimiento que la lleva al control de su existencia y a poder crear su propia realidad. Para iniciar ese camino de autoconocimiento hay cuatro leyes a tener en cuenta respecto a la vida sobre este planeta:

 

 Todo es un juego.

Todo lo que existe es Energía.

Todo es posible.

Todo tiene que ver con Todo.

 

La Trama Sagrada 

Además, existe una Trama Sagrada que incluye el Ser EM 7×7, la Realidad General, Los 49 Avatares, Tanto el Ser Unidad de Luz Avatar Cero, como Logos y Demiurgos; 7 Avatares Mundos superiores; 42 Avatares EM 4×4 y 16 Clones Realidad Subjetiva. Cada Clon con múltiples Yo virtuales; Toda la trama transcurre en Pasado, Presente y Futuro a la vez. Hay un Tiempo lineal y un Tiempo Simultáneo.

Tras esta introducción, los siguientes apartados a considerar para llegar a manejar la TrasAstrología son: El ciclo de la creación, el Zodiaco, los TFLs, los Elementos, los Signos, las Casas, los Planetas y los Aspectos.

 El ciclo de la creación

El universo tiene unos ritmos de creación que nadie puede violar si quiere crear algo duradero y que incluyen cuatro fases: Semilla, Germinación-interiorización, Exteriorización y Fruto.

Cualquier ciclo de actividad objeto de estudio, cualquier empresa, juego, lapso de tiempo que tengamos que vivir, está sometido a la acción de estas cuatro fases, de manera que dividiendo por cuatro el lapso de duración de la cosa, tendremos como resultado el lapso de tiempo regido por cada una de estas cuatro fases.

La semilla representa al padre, es el germen de todo, la simiente humana, el impulso fundamental, la voluntad, la potencialidad que cada cosa debe tener si pretende ser portadora de algo. Es el elemento Fuego, la pasión que pone todo en movimiento, la primavera, la primera edad, la Luna nueva a creciente.

La fase de germinación representa a la madre, al medio material en el que la obra se instituye, la fecundidad. Toda obra necesita un receptáculo donde gestarse. Este será el periodo de formación interna. Es el Agua  que mueve los sentimientos, la emoción.

La tercera fase representa al hijo, es el resultado de la semilla dentro de la tierra. El árbol que cogió la potencialidad de la semilla y lo transformó en lo que es. Es el Aire, el pensamiento, la estructura.

El fruto es el resultado final del ciclo de actividad, portador de una nueva semilla que se convierte a su vez en el comienzo de un nuevo ciclo. Así ad eternun. Es la Tierra, el proyecto hecho materia, realidad tangible.

Respecto a los Elementos, la Semilla es Fuego. La Germinación, el Agua. La exteriorización, el Aire. Y el Fruto es la Tierra.

En el ser humano, la fase Semilla transcurre desde los 0 a 21 Años. La de germinación, entre los 21 y 42. La fase de exteriorización, de 42 a 63 Años. Y el fruto, finalmente, se obtiene a partir de los 63 y hasta los 84 años.

En la Naturaleza la Semilla está representada en la Primavera. La Germinación en el Verano. La Exteriorización en el Otoño. Y el Fruto en el Invierno.

En relación a las fases lunares, la Semilla corresponde a la fase entre la Luna Nueva y el Cuarto Creciente. La Germinación, de Cuarto Creciente a Luna Llena. La Exteriorización, de Luna Llena a Cuarto menguante. Y el Fruto, de Cuarto Menguante a Luna Nueva.

Considerando las fases del día, la Semilla es lo que ocurre desde el Amanecer al Mediodía; la Germinación, del Mediodía a la puesta de So; la Exteriorización, de la puesta del Sol a medianoche. Y el Fruto, desde la medianoche al amanecer.

El zodiaco

Tiene cinco actores a considerar:  Los Elementos, los Signos, las Casas, los Planetas y los Aspectos.

Los elementos son los diferentes estados de la energía:

  • El Fuego tiene tres signos que son Aries, Leo y Sagitario.
  • El Agua tiene otros tres que son Cáncer, Escorpio y Piscis.
  • El Aire tiene tres signos: Libra, Acuario y Géminis.
  • El elemento Tierra tiene tres signos que son Capricornio, Tauro y Virgo.

El Fuego, fase Semilla: Es el impulso inicial, la fuerza de arranque de toda obra, la pasión, sin la cual nada se pone en movimiento.  

El Agua, fase Germinación: Son los sentimientos que pondremos después, la emoción, tenemos que enamorarnos de nuestro proyecto, eso nos dará las ganas de seguir.

El Aire, fase exteriorización: El aire es el pensamiento, es el momento de pensar, de estructurar nuestro proyecto, de imaginarnos como va a ser y así organizarlo.

La Tierra, fase fruto: Cohesiona el proyecto, lo materializa, lo plasma en la realidad.

Si hay mayoría de signos de Fuego diremos que el hombre es portador de Designio, de iniciativa y que la persona es utilizada por el Demiurgo para plantar la semilla de su universo.

Si la mayoría está en signos de Agua, serán los sentimientos y las emociones las que dominarán a la persona, porque el agua corresponde a la fase germinación que es la de la fuerza interiorizadora y pone en relieve lo que va por dentro.

Si la mayoría de planetas están en signos de Aire, entonces diremos que es un individuo aplicado en descifrar las leyes, un hombre de lógica y de razón, cuyo comportamiento es bastante previsible puesto que obedece a valores universales y objetivos. 

Si la mayoría están en signos de Tierra, serán hombres de realizaciones prácticas, dispondrán de medios materiales para realizar de una forma tangible sus aspiraciones.

Cada elemento nos da una serie de características, y no serán marcadas ni por nuestro Sol ni por nuestro ascendente, sino por la cantidad de planetas en determinados elementos.  El elemento más predominante en nuestra carta nos dará las características que tenemos. Así que es importante conocer este dato. Pero, antes, vamos a dar otros datos a tener en cuenta. 

Los Siete cuerpos del hombre

El ser humano, como colectivo está formado por una serie de individualidades, catalogadas por clases de seres humanos.  Estas clases de hombres se dividen según qué centros de control utilicen y qué cuerpos estén activos. El hombre está formado por nueve (9) cuerpos o merkabas que se encuentran en estratos, como capas dimensionales, de los cuales se conocen siete (7) y los dos restantes, el 8 y el 9, son cuerpos que corresponden a los avatares cuyo espacio raíz, el espacio matricial en que se conectan a esta realidad, no es 3D. Estos son los avatares correspondientes a las conexiones  43, 44, 45, 46, 47, 48 y 49, aquellos que no están conectados a espacios matriciales 4×4, sino a realidades superiores. Los siete cuerpos son llamados de distintas maneras según la gnosis que los catalogue, pero representan lo mismo, merkabas o vehículos de desplazamiento acordes al estrato por donde se desplazan. Estos merkabas son los siguientes:

Centros de control Inferiores: 

  • Centro Instintivo
  • Centro Motor
  • Centro Emocional inferior
  • Centro Intelectual inferior
  • Centro Espiritual

Centros de control superiores

Centro Emocional Superior C.E.H.P.

  • Centro Intelectual superior Discernimiento
  • Centro Espiritual Superior Vril

 

Los Actores principales de nuestra existencia

  • El Ser
  • El Cuerpo enlace Espíritu
  • El Cuerpo enlace Alma
  • El Ego
  • La Consciencia Artificial
  • Los múltiples yoes
  • La personalidad Virtual

 

Los Nueve TFL

  • 1º TFL Se asocia al centro instintivo, y se relaciona a la supervivencia, su nota es (DO)
  • 2º TFL Se asocia al centro Emocional, es el relacionado al perdón, su nota es (RE)
  • 3º TFL Se asocia al centro Intelectual, es el relacionado a la voluntad, su nota es (MI)
  • 4º TFL Se asocia al centro Espiritual, es el relacionado al Amor como energía, su nota es (FA) 
  • 5º TFL Se asocia al centro Motor o Automático, es el relacionado a la verdad, su nota es (Sol)
  • 6º TFL Se asocia al centro emocional Superior, es el relacionado al despertar, su nota es (LA)
  • 7º TFL Se asocia al centro Espiritual Superior, es el relacionado a la liberación, su nota es (SI)
  • 8º TFL Se asocia al Centro Intelectual Superior, es el relacionado a la iluminación Su nota (DO)
  • 9º TFL Se asocia al Centro de Consciencia Universal, es el relacionado a la vidad, su nota es (DO#)

 

El camino a la liberación

  • El primer TFL es detenido por el miedo. El miedo perturba el funcionamiento de este TFL a tal punto que se paraliza anclándose en los más terribles temores de cada uno. La forma de superar ese miedo es convirtiéndose en el propio miedo, afrontando la peor pesadilla que lo paraliza y transmutando ese miedo en valor.
  • El segundo TFL es detenido por la culpa. La Culpa es liberada por el perdón, cuyo primer acto permite que todo vuelva a fluir y da la posibilidad de reparar los demás TFL.
  • El Tercer TFL es detenido por la vergüenza. La vergüenza es liberada por la voluntad de romper con la apatía, para enfrentar esa vergüenza y transmutarla en Honra.
  • El Cuarto TFL es detenido por la pena. La pena es liberada por el Amor como energía que transmuta esa pena en gozo. 
  • El Quinto TFL es detenido por la mentira. La mentira es liberada con la verdad que transmuta la mentira en sinceridad.
  • El Sexto TFL es detenido por las falsas percepciones de la fascinación. La fascinación es liberada por el despertar de consciencia, que la trasmuta en realidad.
  • El Séptimo TFL es detenido por el apego o arraigo. El arraigo es liberado por el desprendimiento, que lo transmuta en Libertad. 
  • El Octavo TFL nos aportara la Iluminación alejándonos de una vez por todas de la oscurantismo aportándonos el discernimiento.
  • Y el Noveno TFL nos conecta al Centro de Consciencia Universal y eso nos da la plena conexión con el Ser.

 El camino a la liberación comienza por superar nuestros miedos con valentía y reconocer que no existe culpa en nosotros. Por lo tanto, nos perdonemos por todo lo realizado desde la inconsciencia. Con ello se va la vergüenza y aparece la voluntad para conectarnos con la energía AMOR dejando la pena, el AMOR nos aparta de las mentiras y nos acerca a la verdad. Eso hace que la fascinación se caiga y despertemos, al despertarnos nos acercamos a la liberación dejando los apegos. Será el momento, entonces, de la Iluminación y el discernimiento para conectar con la Consciencia Universal, nuestro Ser. 

Características según los elementos que aparecen en la carta astral 

Fuego: Tienen gran fe en si mismos, son ardientes, espontáneos, activos, entusiastas, vigorosos, intensos, aventureros, impulsivos, impacientes, competitivos, sin ataduras, necesitan espacio y viven la vida en presente. 

En términos psicológicos el Fuego se convierte en entusiasmo, fe, espiritualidad, ardor interno que nos impulsa a crear, de modo que los nacidos bajo signos de Fuego son iniciadores, creadores, ponen su fuerza de arranque en algo que aún no existe. Son imprescindibles en el periodo inicial de cualquier actividad, porque son el motor que lo mueve todo. El elemento primordial es la Voluntad.

Agua:  Son intuitivas, Sensitivas, Sensibles, Vulnerables, Cambiantes, Empáticas. Se ofenden con facilidad y son emocionalmente profundas, reservadas, subjetivas, posesivas y amorosas. 

En términos psicológicos, el Agua son sentimientos, emociones , deseos, pasiones. Cuando esas cualidades dominan, la espiritualidad mengua y el trabajo humano consiste en conciliar el Fuego con el Agua, ya que cuando se consigue, la vida se vuelve esplendorosa y fecunda, ya que el sol y el agua son necesarios para la fertilidad.

Aire: son seres humanos pensadores, sociables, comunicativos, empáticos, lógicos, coherentes, rápidos mentalmente, comportamientos previsibles, con necesidad de conocimiento constante, buscan la justicia o la injusticia. Libertad de pensamiento, aficionados a polemizar y tienen una visión objetiva de la vida.

En términos psicológicos el Aire es razón, lógica, orden mental, comunicación, estructuración de las ideas, pensamiento.  Ordena de una manera lógica los impulsos procedentes del Fuego y del Agua.

Tierra: son realistas, prácticos, asentados, cautelosos, sensatos, pacientes, autodisciplinados, lentos, seguros, perseverantes, tranquilas, útiles, concretos, formales, con aspiraciones.

En términos psicológicos, la Tierra se traduce en sentido práctico, capacidad de enraizarse. El ser humano, que empieza su ciclo experimental en el Fuego, vive intensamente sus emociones en el ciclo del Agua, pasa por experiencias intelectuales, de formación de su pensamiento, en el ciclo de Aire y termina convirtiendo todas esas experiencias en realidades materiales en el ciclo Tierra.

Los Signos del Zodíaco

Los 12 signos del Zodíaco son las 12 energías primordiales utilizadas para crear nuestro Universo. Estas energías están continuamente emanando y, si alguna dejara de hacerlo, su correspondiente en nuestro universo solar desaparecería. Los seres humanos, como pequeños universos, tenemos en nosotros esas 12 energía que permanecerán desactivadas si no es por la acción de los planetas, al transitar por uno u otro signo.

Cada signo actúa en las tres fases: primero nos penetran, fase Semilla. Luego germinan en nosotros. Y, por último, fructifican, se exteriorizan.

Los signos Semilla son Aries, Cáncer, Libra y Capricornio.

Los signos Germinación son: Leo, Escoripio, Acuario, Tauro.

Los signos Exteriorización son Sagitario, Piscis, Géminis y Virgo.

Hay cuatro tipologías según los elementos. Y cada signo tiene su personalidad, aunque todos tenemos algo de cada signo. Conocer esas claves es conocerse a sí mismo.

Aries es el activador de conciencia, conexión, conquista, deportista, ejercito, energético, hazaña, impulsividad, infantil, libertad, pionero, primero, récord, voluntarioso.

Leo es corazón, creatividad, dignidad, grandes eventos, ejemplo, imagen, juego, libertad, organización, orgullo, oro, porte, ritual, suerte, teatro, entusiasmo, liderazgo.

Sagitario es adolescencia, ampliar horizontes, cambio de ideas, dictadura, educación, espiritualidad, justicia, leyes, más allá, medicina, meditación, misión, moral, orden, reglamentos, relaciones públicas, viajes.

Cáncer es hogar, madre, raíces, posesión, herencia, estómago, regeneración, gestación, lunáticos, familia, tradición, retroceso, variabilidad, se ofenden con facilidad, vulnerables, tendencia a estar a la defensiva.

Escorpio es amor propio, apuesta, autovaloración, autoestima, egoísmo, hazañas, honradez, idolatría, lucha, muerte, pasión, perfeccionista, regeneración, reto, sexualidad, susceptibilidad, vida, trabajo interno.

Piscis es abnegación, amor, altruismo, atascos, descontrol, desprendimiento, drama, enamoramiento, enfermedad, entrega, esperanza, excesos, fecundidad, generosidad, imprevisión.

Libra es acuerdo, armonía, arte, belleza, buscar al otro, colectividad, conflicto, conciliación, convivencia, detallista, diplomacia, duda, enlace y equilibrio.

Acuario es telepatía, conexión interna, futuro, mecánica interna, originalidad, invención, ideología, amistad, compañerismo, estrategia, filosofía, lógica e interiorización, pensamiento.

Géminis es movimiento, relaciones sociales, facilidad de palabra, independencia, lenguaje, relación fraternal, velocidad de pensamiento, comunicación, escritura, vender, comprensión, comprensión, velocidad, viajes cortos, prensa.

Capricornio es construcción, organización, metas, intereses, objetivos, materialización, reconocimiento, ambición, autoridad, aspiración, competitividad, experiencia, éxito, valor del tiempo, crear el marco, capacidad práctica.

Tauro es placer, comodidad, bienestar, seguridad, tozudez, perseverancia, altruismo, mecenas, buenos contactos, lentitud, rutina, comida, reticencia a cambios, belleza, superficialidad, banqueros.

Virgo es servicios, salud, esfuerzos, sabiduría, desprendimiento, limpieza, gestiones, ancianos, dietas, restreñimiento, obligaciones, derribo, desinterés, límites, materialización, síntesis, final.

Pese al orden en que se nos muestran los signos en el zodiaco, realmente, cuando el Demiurgo creó el EM donde existimos utilizó los signos de Fuego primero, después los de Agua, luego los de Aire y finalmente los d Tierra.

Las Casas del Zodíaco

En esta realidad existen doce sectores geoespaciales que representan y definen los escenarios donde se representará la función. Cada uno de ellos, en nombre de un arquetipo o regente planetario, es habitado por las energías de los planetas, impregnando de cualidades todas las facetas de nuestra existencia aquí, a partir de las coordenadas terrestres de nuestra conexión.  

Los doce signos del zodiaco se encuentran doblados por las llamadas Casas terrestres. Para que las propiedades de los signos puedan esparcirse por nuestro organismo psíquico, emocional y físico, deben también existir canales. Esos canales son las doce casas terrestres.

La primera casa corresponde al ser humano en sí mismo, sus tendencias profundas. Expresa a nivel terrestre lo que Aries representa a nivel celeste. En ella, somos Aries. Es decir, derramamos al mundo lo que de Aries hay en nuestro organismo psíquico, emotivo y mental. Si Aries es la puerta a través de la cual el Ser comunica con el hombre, la Casa I será el canal a través del cual nosotros proyectamos nuestra personalidad a la Tierra.

La segunda casa, los bienes materiales, las adquisiciones, las pérdidas y ganancias financieras. Indica cómo el individuo conserva o derrocha su patrimonio. Está regida por el siguiente signo zodiacal, Tauro, en sentido contrario a las agujas del reloj. Representa nuestro deseo de conseguir y poseer valores palpables necesarios para el bienestar en la Tierra. También se relaciona con nuestras conexiones emocionales. Nos dirá de dónde y cómo obtendremos nuestro sustento material. Cada uno el suyo.

En signos de Fuego, la Providencia proveerá. En signos de agua: los sentimientos serán el motor. En signos d Aire, vendrá del trabajo intelectual. En signos de Tierra, del trabajo material, sólido, obtenido con el manejo de las manos, los pies, el cuerpo en general.

La tercera casa muestra la relación con el entorno, la forma en que percibimos las distintas situaciones que se nos presentan, las relaciones con el entorno, los hermanos, los primos, la familia extensa, los vecinos,  los estudios, los viajes cortos, las comunicaciones, los escritos, nuestros deseos y esfuerzos.  Muestra también nuestros razonamientos, nuestra lógica, el dominio del diálogo y la incorporación de información. Desafíos, superaciones y luchas por las obtención de nuestras metas.

La cuarta casa, la familia y el hogar, paterno y propio. Es la del principio y el final de la vida. Representa el lado de la personalidad que está oculto, nuestras raíces, nuestra estirpe y nuestros sentimientos más profundos. Bienes inmobiliarios y territoriales, el padre, el instinto, las tradicionales familiares, cambios de residencia y sus condiciones.

La quinta casa, los niños, la creatividad, los juegos, las especulaciones. Representa el placer de experimentar, los juegos de azar, los deportes, los romances, las personas que nos simpatizan, la tendencia pedagógica, la vestimenta. Simboliza nuestro anhelo de expresar las cualidades únicas de nuestra personalidad con todo su resplandor y plenitud. Aquí se manifiesta el niño que habita en nosotros. Nos provee de discernimiento acerca de la sexualidad, la vida y nuestro cuerpo físico.

El signo en que se encuentra situada nuestra casa V nos dirá el período de la vida en que se manifestará la suerte o el amor. En signos de Fuego, será entre los 0-21 años, debido a méritos anteriores a nuestra presente existencia. En signos de Agua, vendrá entre los 21 y los 42 años. En signos de Aire, entre los 42 y 62. En signos de Tierra, en la etapa final, a partir de los 63. Cada signo cubre 7 años.

Sexta casa, el trabajo y la salud, la higiene, la alimentación, el servicio, la servidumbre, los subalternos, los animales domésticos. Corresponde a nuestra facultad y forma de utilizar nuestros recursos y cualidades según las necesidades que se presentan en la vida. Aquí vemos nuestra actitud hacia el trabajo y el modo en que organizamos nuestra existencia. Los temas relacionados con el cumplimiento del deber, la inteligencia práctica.

Séptima casa, la vida conyugal, las asociaciones, las empresas, los socios, el aspecto físico de la pareja, sus características. Las relaciones con la sociedad, los contratos, los procesos. Incluso, los enemigos. Describe nuestra facultad de recibir y absorber aquello que se nos va acercando. Simboliza nuestro choque con el tú, la manera en que establecemos contactos y las personas que cobran significado en el transcurso de nuestra vida. Esta casa revela la clase de personas que se nos acera y nuestras posibilidades de hallar buenas relaciones.

Octava casa, la muerte, el más allá. Herencias, legados, pensiones, seguros, sueños, transformación, regeneración o degeneración y enfermedades graves. Finanzas del cónyuge y de los socios, los impulsos sexuales, la actitud hacia el más allá, la forma de meditar. Simboliza los valores en una relación matrimonial, de pareja o de socios. La capacidad de compartir. Los recursos son creados y utilizados para el bien común.

Novena casa, los grandes viajes, la vida espiritual, la filosofía, la religión. Los ideales, estudios superiores, mente abstracta o especulativa. Guías espirituales, ley, filosofía, conciencia, extranjero, importaciones y exportaciones, cuñados y cuñadas. Relaciona el conocimiento natural con las experiencias personales logrando una visión integral, un orden en la vida.

Décima casa, la situación social, los honores. Proyección social y profesional. Imagen pública, vocación, realizaciones, empresas, la madre, todos los asuntos exteriores al hogar, el sentido de la disciplina. La popularidad, la avidez para hacer carrera, el compromiso con la sociedad y los fines políticos.

Undécima casa, los amigos y conocidos, los clubes, las fraternidades, los contactos diarios y superficiales, las simpatías de otras personas hacia el individuo, las protecciones, las esperanzas, los proyectos y planes, los beneficios económicos derivados de la profesión o trabajo. Refleja nuestro deseo de conseguir una determinada identidad o posición por medio de la identificación con un grupo. Entramos en contacto con otras personas para intercambiar ideas y formular objetivos comunes. Muchas veces, destinados a mejorar la situación social. Experiencias colectivas, ideas humanitarias y visiones futuras destinadas a la mejora social.

Duodécima: las pruebas, los enemigos, los sufrimientos y limitaciones. Es la vida escondida, los secretos, los sacrificios, el exilio, la pérdida de la libertad, las renuncias, las prácticas o trabajos ocultos, la vida mística, la delincuencia, el vicio, las enfermedades crónicas, las hospitalizaciones, el inconsciente. Simboliza la terminación de un ciclo evolutivo. Aquí se disuelve el ego y el sentido de la individualidad, basados en designaciones materiales, falsas, a favor de un sentimiento de comunión y comunidad espiritual. Representa la soledad, el sacrificio, la empatía y la inspiración mística.

Pero, estas indicaciones que nos da la astrología corriente, no nos muestran por qué tal cosa tiene tal sentido, ni la razón de la sucesión de las casas en un orden determinado.

A lo largo de su vida, cada ser sufre la influencias de las 12 constelaciones y cada una de ellas influye en un sentido determinado. De hecho, una vez nacido en el plano físico, todo hombre se ve obligado a seguir una determinada evolución: crece, envejece y muere. Esta evolución, que no depende de él, está indicada por los doce signos del zodíaco.

El Zodiaco constituido

El Sol recorre todas las constelaciones del zodíaco en un año. Cuando un niño nace, su signo solar es el de la constelación en que se encuentra el Sol aquel día. Aries, del 21 de marzo al 20 de abril; Tauro, del 21 de abril al 20 de mayo, etc…. Independientemente del signo solar, existen cuatro puntos importantes en un horóscopo: la constelación que se eleva al Este en el momento del nacimiento (Ascendente), la que se pone al Oeste y que le es, por tanto, opuesta (Descendente); la constelación que culmina en el cielo (Medio Cielo) y su opuesta (Bajo Cielo). Los ejes Ascendente-Descendente y Medio-Bajo Cielo dividen el horóscopo en cuatro partes. Cada una de ellas, a su vez, se divide en tres, lo que da 12 casas. Se coloca la primera casa a partir del Ascendente y así se tiene, entre el Ascendente y el Bajo Cielo las casas 1,2,3. Entre el Bajo Cielo y el Descendente las casas 4,5,6. Entre el Descendente y el Medio Cielo, las casas 7,8,9. Entre el Medio Cielo y el Ascendente, las casas 10, 11 y 12. No se debe confundir el orden de los signos del zodiaco y el de las casas.

La Cruz del Destino

Es la que forma el cruce vertical: Medio y Bajo Cielo, y el cruce horizontal Ascendente y Descendente. En cada cuadrante de esta Cruz contamos con tres cruces de dos ejes perpendiculares de los que resultan seis ejes.

Cruce 1: ejes Aries-Libra y Cáncer-Capricornio

Cruce 2: Ejes Tauro-Escorpio y Leo-Acuario

Cruce 3: Eje Géminis-Sagitario y Virgo-Piscis

Cada ser que viene a la Tierra tiene, en su horóscopo, una cruz especial formada por el Ascendente y el Descendente, por una parte, y el Medio y Bajo Cielo, por otra. Según dónde se encuentren los signos del zodíaco respecto a los brazos de la Cruz, el hombre enfrenta en su vida tal o cual problema. A esa Cruz del Destino se refería Jesús cuando decía: Si alguien quiere seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá, pero quien la perdiere por mi causa, se salvará. Así resulta que nuestra verdadera cruz está en nosotros mismos y nuestro horóscopo, en realidad, no es más que una indicación de los problemas que debemos afrontar y resolver en nuestra existencia.

Cualesquiera que sean las dificultades, problemas o sufrimientos que encontremos en nuestra existencia nos han sido dados por los Seres superiores (Yo evolucionados) en Justicia.

Por tanto, es preciso aceptar el juicio de estos Seres superiores en lugar de quejarse o de rebelarse cada día. El mundo invisible, sutil, nos da lecciones para que seamos sabios, honestos, buenos, justos. En adelante, tomaré voluntariamente mi Cruz y seguiré a Cristo. Y si te rebelas, la Justicia divina te castiga doblemente. Ley de Causa y Efecto.

El que se rebela y no quiere aceptar el destino que le ha sido dado de acuerdo a las leyes de la Justicia Divina sufrirá más. La Justicia vendrá y le obligará a tomar de nuevo su cruz y a entrar en el cuadrado, en la prisión. Lo mismo ocurre con los castigos terrestres. Si un prisionero se escapa, cuando lo cogen de nuevo lo devuelven a su celda y le aumentan la pena en vez de atenuarla.  

Para el que vive exclusivamente en las pasiones y los placeres, la cruz será cada vez más pesada. Llegará a ser incluso tan pesada que acabará por aplastarle. Jesús dijo: El que quiera seguirme que renuncie a si mismo. El que ha renunciado cae bajo la influencia del eje Virgo-Piscis, la sexta  y duodécima casas, al igual que Jesús, que curaba los enfermos (sexta casa) y que aceptó los enemigos, la soledad y la crucifixión, a fin de salvar a los que debían sucederle, y a sus predecesores (doceava casa). Y ahora, él nos pide que le sigamos: es el eje Géminis-Sagitario, el interés por los estudios, la filosofía, la religión. Cuando Jesús hablaba de la cruz, no pensaba en cualquier cruz de madera o de metal, sino en la cruz del destino que está inscrita en el horóscopo de cualquier ser. Según las constelaciones colocadas sobre los dos ejes del Medio y Bajo Cielo, del Ascendente y del Descendente, el hombre tendrá tal o cual problema particular que resolver en su Existencia.

Jesús sabía que él también sufriría y debería llevar su propia cruz. Por esto, un día en que él hablaba de su próxima desconexión y Pedro le dijo: No, Señor, esto no sucederá. Jesús le respondió: Apártate, Satanás, porque tus pensamientos no son los del DO, sino los de los hombres. Debemos, pues, tomar nuestra cruz y llevarla. Para ello hay que dejar de escuchar a nuestra naturaleza inferior, a la personalidad, que nos aconseja sin cesar abandonarla. Es decir, descuidar nuestro trabajo y nuestras responsabilidades para poder vivir en la indolencia y en los placeres como si nosotros no viniéramos a la tierra más que para esto. Quien trata de escapar a los esfuerzos y a las dificultades encontrará siempre dificultades más grandes. En lugar de eludir los problemas, más vale que intentemos resolverlos, de lo contario, la situación en la que nos encontraremos será peor que aquella que se quiso eludir. No podéis escapar a ninguna parte sin resolver antes el problema mediante el cual el mundo invisible quiere instruiros. Allí donde vayáis, se os impondrá otra lección más dura aún. El mundo invisible os dirá: Tú no has querido aprender nada allá abajo, pues bien, aquí tienes otras cosas que aprender. No hay que huir de las dificultades, sino esforzarse en comprender su significado y hacer lo que sea necesario para resolverlas. Cuando se ha llegado a este nivel, todo lo que se haga después es beneficioso.

Aquel que cree poder escapar a sus obligaciones para encontrar ocupaciones más agradables no conoce las severas leyes que rigen el destino. Si escogéis el camino más difícil, el Señor os enviará ángeles para ayudaros. Pero, si escogéis el camino fácil, tendréis también ángeles para acompañaros. Pero, de otra índole, ángeles justicieros.

En los sucesivo, acepta llevar tu cruz sin lamentaciones. Decid: es mi tarea, es un problema que debo resolver, pero, para ello, debo aprender. Resolveré estas dificultades a través de la sabiduría, el amor y la pureza. Y las entidades divinas que os observan desde arriba dirán: disminuyamos de alguna manera las inquietudes y los sufrimientos de este ser. Si alguien quiere seguirme que cargue con su cruz. Es con esta cruz que el discípulo construirá la base de la casa en la cual encerrará su naturaleza inferior. El mismo, es decir, su naturaleza superior, vivirá sobre el tejado de esta casa. Desde allí, verá salir el sol, contemplará los astros, leerá las reglas y las prescripciones de la inteligencia cósmica. La cruz es el conjunto de todas las experiencias felices o desgraciadas que el discípulo debe vivir para aprender una lección y sobre las cuales crucificará su naturaleza inferior, su egoísmo, su orgullo. Si la cruz no fuera necesaria en la vida del discípulo, Jesús habría dicho simplemente: Id, dejad vuestra cruz y seguidme, pues el camino es largo y para poder andar mucho tiempo debéis ser liberados, despojados de toda esa carga. Pero, Jesús dijo: Coge tu cruz y sígueme, pues cogiendo tu cruz es como uno se libera.

El Zodíaco y los órganos

Todos los que penetran en el ámbito del zodiaco quedan sometidos a los imperativos del tiempo (periodos, ciclos) y del espacio (localización dentro del ámbito). Sólo los espíritus puros son libres: no están encadenados por el tiempo ni por el espacio. Pero, desde que se encarnan, entran en el ámbito del zodiaco y son atrapados en el círculo mágico del implacable destino que encadena incluso a los seres más luminosos, a los grandes hijos de Dios.

Por otra parte, con su cuerpo físico, el ser humano representa el círculo del zodíaco, en cuyo interior su espíritu permanece cautivo. A cada signo corresponde una parte del cuerpo:

Aries: la cabeza; Géminis: los brazos y los pulmones; Leo: el corazón; Libra: los riñones. Sagitario: los muslos. Acuario: las pantorrillas. Tauro: el cuello. Cáncer: estómago. Virgo: los intestinos y el plexo solar. Escorpio: los órganos genitales. Capricornio: las rodillas. Piscis: los pies.

Para escapar de la serpiente que le aprieta con sus anillos, el hombre debe salir del círculo de las conexiones repetidas.

 Las 12 Labores de Hércules

El zodíaco ha inspirado a casi todos los pueblos, mitos y relatos legendarios que reflejan las características propias de cada uno de los doce signos. En la mitología griega, son los doce trabajos de Hércules, hijo de Zeus y de la mujer de Anfitrión, general tebano, Almecna, a la cual había seducido adoptando la figura de su marido. Cuando Heracles nació, Hera, la esposa de Zeus, exasperadas por sus continuas infidelidades, quiso matar al niño y le envió dos culebras para que lo estrangularan en su cuna. Pero, fue el niño el que estranguló a las serpientes. Desde su adolescencia, Heracles recibió una esmerada educación. Ya había realizado varias proezas cuando se casó con Mëgara, la hija del rey de Tebas, con la que tuvo varios hijos. Un día, en un repentino ataque de locura, mató a los niños y a su madre. Lleno de remordimientos, fue a Delfos a consultar al oráculo de Apolo, preguntándole cómo debía expiar su crimen. Apolo le ordenó que durante doce años se pusiera al servicio del rey Euristeo, quien le sometió a las pruebas que han sido denominadas los doce trabajos de Hércules.

1.- Estranguló al león de Nemea.

2.- Mató a la hidra de Lerna

3.- Capturó vivo al jabalí de Enmanto

4.- Alcanzó a la cierva de patas bronceadas.

5.- Abatió a flechazos las aves del lago Estinfale

6.- Domó el toro de la isla de Creta, enviado por Poseidón contra el rey Minos

7.- Mató a Diomedes, rey de Tracia, que alimentaba a sus caballos con carne humana

8.- Venció a las Amazonas

9.- Limpió los establos de Augías, haciendo pasar por allí las aguas de los ríos Alfeo y Peneo

10.- Luchó y mató al gigante Gerión, apoderándose de sus bueyes

11.- Se llevó las manzanas de oro del jardín de las Hespérides

12.- Liberó a Teseo de los infiernos.

El discípulo, como Hércules, debe luchar contra cada uno de los aspectos negativos que aparece en su carta astral y desarrollar los positivos. Debe luchar contra el lobo y el jabalí de Aries (la violencia salvaje, la crueldad) y alimentar el deseo de hacer los sacros oficios necesarios para que se produzca la germinación. Debe vencer el materialismo y la sensualidad de Tauro y adquirir su paciencia, su tenacidad y su fuerza. Debe luchar contra las tendencias nocivas de Géminis, con su intelecto siempre presto a engañar, a criticar, a calumniar, y estar dispuesto, en cambio, a manifestar los preceptos del amor y de la sabiduría.

Debe dominar la emotividad, la imaginación crepuscular y desordenada de Cáncer, favorecida por la Luna, y sensibilizarse a las corrientes espirituales, tener el deseo de elaborar su vida y de purificar todas las fuerzas que le han sido dadas.

Debe vencer el orgullo y la ostentación de Leo para desarrollar su nobleza, su grandeza, su rectitud.

Debe vencer la estrechez de espíritu, la sequedad y la avaricia de Virgo y aprender su pureza, su gusto por el orden y el método.  

El Zodíaco y los planetas

Los planetas aportan las energías esenciales de impregnación que colorean y habitan las casas, dotando a tu guión de características propias. Esas energías permanecerían en estado letárgico si no fueran activadas, en su constante movimiento, por los planetas. Los planetas, en sus desplazamientos, dan protagonismo, ora a una determinada calidad de esencia zodiacal, ora a otra, y esa acción se manifiesta en nosotros como un impulso a realizar una serie de gestos, o expresar una tanda de emociones o de pensamientos potenciados por la esencia que el planeta en tránsito activa.

Antes de que los planetas de nuestro sistema solar nacieran en ese cuarto día de la Creación, el Sol los llevó dentro, lo mismo que la madre lleva al niño. Así pues, los que formamos parte de la oleada de vida humana que evoluciona en cada planeta estuvimos un día todos juntos en esa patria común que es el Sol.

El personaje estará influenciado por tres tipos de Energía, las cuales serán el vehículo interpretativo dentro de su plantilla existencial, dotando de cualidades únicas a cada personaje.

Las principales establecen los mecanismos o motor de interactuación hacia el propósito principal del Avatar.

Las secundarias matizan al individuo dotándole de cualidades únicas. Y las generacionales establecen las energías necesarias para la consecución del fin a nivel colectivo, dotando de periodos de cambio particular dentro de su octava existencial.

Existen dos energías primordiales (planetas primarios) para este propósito. Saturno es el grado de responsabilidad y capacidad de trabajo cuya limitación pondera nuestra finalidad, forjando la austeridad y creando restricciones, mediante largos y grandes esfuerzos, marcando el papel que te toca jugar en esta vida, representada por la necesidad de responsabilidad.

Júpiter es nuestro camino como idea de crecimiento y expansión, desempeñando las funciones que cumplan tu destino social y colectivo, representado por el guía hacia un conocimiento superior. Un personaje y un papel principal en esta función.

Seis planetas secundarios definirán las características del personaje y el desarrollo y singularidades o matices del papel principal a interpretar, basados en doce arquetipos representados por los signos zodiacales.

SOL (EL YO CREATIVO) tu signo zodiacal, cuyo arquetipo representa tu manera de ser en el fondo y la esencia de tu carácter. La cualidad básica de nuestra consciencia. Virtudes y defectos que llevas en forma de semilla, y cuyo desarrollo depende de tu MFPA y de tu voluntad personal, La Obra.

La Luna (tus sentimientos) modula tu subconsciente, anhelos, secretos y sentimientos, las emociones que traducen tus sentidos multi-empáticos y capacitan tu consideración externa hacia el prójimo y tú mismo.

Ascendente (la puerta exterior) el color del cristal con el que miras el mundo, la máscara que se manifiesta entre tu yo verdadero y el mundo exterior, el guardián de tu esencia.

Mercurio (tu expresión mental) tu forma o capacidades de discernimiento, tu forma de comunicarte y razonar.

Venus (tu forma de amar), el amor y el intercambio afectivo, dar para recibir.

Marte (tu voluntad de autoafirmación) la fuerza iniciadora que define tu búsqueda de exteriorización de los deseos.

Tres son los planetas o energías que marcan los puntos de inflexión de tu búsqueda y canalización renovadora de tu misión. Su lento movimiento produce alphas y omegas de largo recorrido en nuestra plantilla, generando los choques generacionales necesarios para nuestra evolución particular y esencialmente colectivo. Pieles que se mudan.

Urano (el proceso de emancipación). Tarda 84 años en dar una vuelta completa al Sol, permaneciendo 7 años en cada signo o arquetipo. De este modo incita y provee de la energía necesaria para buscar nuestra independencia, limpiando las estructuras y esquemas tradicionales que anclan las expectativas de evolución. Cuando Urano entra en nuestro sol o ascendente sentimos una necesidad de ser únicos y diferenciarnos de los demás. Una renovación de los ideales.

Neptuno (la consciencia cósmica). Tarda 165 años en dar una vuelta completa al Sol, permaneciendo 14 años en cada signo o arquetipo. Energías de la inspiración, intuición e imaginación, bañando de tonalidades espirituales que nos hacen sentir la realidad desde los sentidos multi-empáticos del arquetipo que impregne. Cada vez que Neptuno entre en nuestro Sol o Ascendente la magia se manifestará de un modo distinto en nuestras vidas y los sueños serán su forma de susurrarte el amor universal que sentirás.

Plutón (la transformación inevitable). Tarda 249 años en dar una vuelta completa al Sol, permaneciendo 20 años en cada signo o arquetipo. Pérdida, regeneración y transformación. Transformación interna y brusca que nos induce a seguir adelante y abandonar formas viejas para dejar paso a las nuevas. Cada vez que Plutón entra en nuestro Sol o Ascendente sufriremos cambios profundos de transformación individual, que empieza a actuar desde lo más interno y se mueve hacia la superficie.

La creación del Sistema Solar

Alrededor del Sol se forman 32 esferas, en una primera banda radial del sistema. De esas 32 esferas, 28 quedan con cobertura electromagnética o atmósfera y 4 quedan sin cobertura eléctrica o atmósfera. Más adelante, en el proceso creativo de estas 28 esferas, 24 se fracturan (bipartición celular por fisión binaria) y dan origen a 3240 planetoides que tiene el sistema solar. De las 4 restantes de las 28 que también tienen cobertura eléctrica o atmósfera, 2 se fracturan y producen los 10 planetas secundarios del sistema solar. Las otras dos no se fracturan y dan origen a los planetas primarios que son: Saturno y Júpiter, que se colocan en el centro de todos los planetas. Las 4 esferas que no tienen atmósfera o cobertura eléctrica se fracturan más tarde y dan origen a las 96 lunas que tiene todo el sistema solar.

El zodiaco y los aspectos

El primer acto de creación de nuestro sistema solar consistió en mezclar las esencias zodiacales y de esa mezcla salió una nueva realidad: nuestro universo. Los planetas, que son el elemento Exteriorizador, el activo, son los encargados de mezclar las esencias zodiacales instaladas en nuestros cuerpos, para que en esa agitación pueda salir igualmente nuestro pequeño universo.

Podríamos decir, en último análisis, que la vida nace de esa mezcla a la que proceden los planetas al remover nuestras esencias internas. Algunos de esos productos mezclados se complementan y nos dan la sensación de bienestar, de placer, de felicidad; otros se repelen y nos impulsan a huir, a deshacernos del conglomerado, a luchar contra el compuesto.

Estas mezclas se producen cuando dos o más planetas activan un punto determinado de nuestro espacio físico, emotivo o mental, de modo que no basta estudiar la posición de un planeta en el zodíaco y en la Casa Terrestre en que se encuentra instalado, sino su relación con los demás planetas. La relación entre dos planetas se conoce, en astrología, con el nombre de aspecto. Así, pues, una vez situados los planetas en la rueda zodiacal, lo primero que el estudiante deberá hacer es ver si están o no relacionados, o, sea, si forman o no aspectos entre ellos.

El zodíaco tiene 360 grados. La mitad, 180 grados, es el punto máximo de separación en que pueden encontrarse dos planetas, ya que si uno está situado a cero grados y el otro está a 180, en cuanto éste avance, ya no se encontrarán a 181 grados de separación, sino a 179, o, sea, que estará de retorno.

Estos aspectos pueden ser de dos clases: armoniosos y violentos. Cuando la relación entre dos planetas es armoniosa, decimos que sus vibraciones se interpretan positivamente, dando lugar a un impulso adecuado a la situación que se está viviendo; un impulso que será aceptado favorablemente, tanto por parte de nuestra voluntad, como por parte de la sociedad que nos rodea. Un buen aspecto, como suele decirse, es una garantía de progreso en el dominio en el que el aspecto se produce.

Los buenos aspectos, o armónicos, derivan de la división del zodíaco en tercios. No se trata de una división caprichosa, puesto que los tres signos de un mismo elemento que figuran en el zodíaco están preparados entre sí por un tercio del recorrido. Un tercio supone 120 grados, ya que 120 por tres son 360. Y así veremos que de Aries a Leo median 120 grados; de Leo a Sagitario, otros 120 grados, los tres signos formando parte de la trilogía de fuego.

Lo mismo sucede con los signos de agua, aire y de tierra. Esto significa que a 120 grados de distancia, a partir de un punto cualquiera, se encontrará otro punto que pertenece al mismo elemento, o, sea, un punto de afinidad, en armonía. El resto de buenos aspectos derivará igualmente del tercio y será su mitad y su cuarta parte.

Así tendremos que dos planetas formarán buenos aspectos si entre ellos hay una separación de: 30 grados, aspecto llamado semisextil. 60 grados, aspecto llamado sextil. 120 grados, aspectos llamado trígono. 150 grados, quincuncio. Hay otro aspecto, la conjunción, que es la superposición de dos planetas en el mismo punto del zodíaco.

Así pues, cuando dos planetas se encuentran separados por 180 grados, se dice que están en oposición. Es la máxima tensión que puede existir entre ellos y los malos aspectos derivan de la oposición, de manera que si dos planetas están separados por la mitad o el cuarto de 180 grados, diremos que el aspecto que forman es malo. La mitad de 180 son 90, y el cuarto de 180 son 45.

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