MONITA SECRETA O INSTRUCCIONES RESERVADAS DE LOS JESUITAS


Los jesuitas han negado la autenticidad de esta obra, cuyo primer manuscrito fue encontrado entre los papeles del padre Rothier, último bibliotecario de la compañía en París antes de la revolución. El texto coincide con la edición de Paderborn, fechada en 1661 y con el documento conservado en el archivo de Bélgica, en el palacio de Justicia de Bruselas, con el título «Secreta Monital, ou Avis Secrets de la Societé de Jesús».

Esta traducción se ha hecho de la sexta edición publicada en París en 1685 con el texto latino enfrente del francés.

PREFACIO

Los superiores deben guardar entre sus manos cuidadosamente estas instrucciones particulares, y no deben comunicarlas más que a algunos profesos, instruyendo solamente a algunos de los no profesos, cuando lo exija la conveniencia de la Sociedad; y esto se hará bajo el sello del silencio, y no como si se hubiesen escrito por otro, sino cual si fuesen producto de la experiencia del que las da. Como muchos profesos conocen estos secretos, la Sociedad arregló desde sus órdenes, a no ser a la de los Cartujos, por el retiro y silencio en que viven, y el Papa nos lo concedió.

Hay que poner sumo cuidado en que estas advertencias no caigan en manos de extraños, porque les darán una interpretación siniestra, por envidia a nuestra institución. Si esto sucediera, lo que Dios no quiera, debe negarse que son tales los sentimientos de la Sociedad, haciendo que así lo aseguren los que ciencia cierta se que lo ignoran, y oponiéndoles nuestras instrucciones generales y reglas, impresas y manuscritas.

Los superiores deben siempre investigar cuidadosamente y con prudencia si alguno de los nuestros ha descubierto a extraños estas instrucciones secretas; y a nadie se tolerará que las copie, ni para sí ni para otro, sin consentimiento del general, o al menos del provincial; y si se duda de que alguien no sea capaz de guardar secretos tan grandes, se le despedirá.


CAPITULO PRIMERO.

De qué modo debe conducirse la sociedad cuando comienza alguna fundación:

1º Para hacerse agradables a los vecinos del pueblo, importa mucho explicarles el objeto de la Sociedad tal como está prescrito en las reglas, donde se dice que la Sociedad debe aplicarse con tanto afán a la salvación del prójimo como a la suya propia. Para esto deben desempeñarse en los hospitales las funciones mas humildes, visitar a los pobres, a los afligidos y a los presos. Es preciso oír las confesiones con benevolencia, y ser con los pecadores muy indulgentes, a fin de que las personas más importantes admiren a los nuestros y los amen, tanto por la caridad que demuestren para todos, como por la novedad de su blandura.

2º Que todos tengan presente que deben pedir modesta y religiosamente los medios de ejercer los ministerios de la Sociedad, y tratar de alcanzar benevolencia, principalmente de los eclesiásticos y de los seglares que ejercen autoridad, a los que algún día podrán necesitar.

3º También deberán irse a los lugares apartados, en los que recibirán las limosnas que quieran dar, por pequeñas que sean, después de hacer presente la necesidad de que ellas tienen los nuestros. Luego deberá darse limosna a los pobres, a fin de hacer formar buena opinión de la Sociedad a los que aún no la conocen, y de que sean con nosotros muy generosos.

4º Que todos parezcan inspirados por el mismo espíritu, y que aprendan a tener las mismas maneras, para que la uniformidad en tan gran número de personas los haga simpáticos y respetables. A los que así no lo hagan, despedirlos por perjudiciales.

5º Al principio los nuestros deben guardarse de comprar propiedades; pero si juzgan necesario comprarlas, que lo hagan en nombre de amigos fieles, que den la cara y que guarden el secreto. Para que nuestra pobreza se vea mejor, conviene que las tierras que se posean junto a un colegio se asignen a otros que estén lejanos, lo que impedirá que príncipes y magistrados sepan a cuanto ascienden las rentas de la Sociedad.

6º Que no se establezcan colegios más que en las ciudades ricas.

7º A las viejas viudas hay que encarecerles nuestra extrema pobreza, para sacarles el dinero que se pueda.

8º Que sólo el provincial sepa en cada provincia a cuánto ascienden nuestras rentas; que a lo que asciende el tesoro de la Compañía sea un ministerio sagrado.

9º Que los nuestros prediquen y digan en sus conversaciones que han ido a enseñar a los niños y a socorrer a los pobres gratuitamente, y sin distinción de personas; que no somos una carga para los pueblos, cual las otras órdenes.


CAPITULO II. De qué manera los Padres de la Sociedad podrán adquirir familiaridad con los príncipes, los grandes y personas importantes:

1º Es preciso consagrar nuestros esfuerzos a ganar la simpatía y el ánimo de los príncipes y de las personas más importantes, a fin de que nadie se atreve con nosotros, sino que al contrario todos se vean obligados a depender de nosotros.

2º Como la experiencia nos enseña que los príncipes y los grandes señores son particularmente aficionados a los eclesiásticos, cuando éstos ocultan sus acciones odiosas y las interpretan favorablemente, como se ve en los casamientos que contraen con sus parientes a aliadas, o en cosas semejantes, es preciso alentarles a contraer esas alianzas, haciéndoles esperar que por nuestra mediación obtendrán del papa las licencias o perdones necesarios, si se les explican los motivos, si se le presentan casos análogos, y si se le hacen presentes los sentimientos que los recomiendan bajo el pretexto del bien común y de la mayor gloria de Dios, objeto principal de la Sociedad.

3º Lo mismo debe hacerse si el príncipe emprende algo que sea agradable a todos los grandes señores: debe animársele, empujarle e inducir a los otros a consentir con el príncipe y a no contradecirle, pero sin llegar nunca a singularizarse, porque si no sale bien el negocio, no se lo imputen a la Sociedad; y que si el propósito del príncipe fuese desaprobado, y la Sociedad acusada de instigadora, pueda emplearse la autoridad de algunos padres que no conozcan estas instrucciones, a fin de que puedan afirmar con juramento que calumnian a la Sociedad a propósito de lo que le imputan.

4º Para hacerse dueño del espíritu de los príncipes, será útil que los nuestros se insinúen diestramente, y por medio de otras personas, para desempeñar por ellos embajadas, y sobre todo, con el papa y los grandes monarcas. Con tal ocasión podrán recomendarse a sí propios y a la Sociedad, por lo cual no deberán destinarse a esto mas que personas llenas de celo y muy enteradas en las cosas de nuestro instituto.

5º Conviene especialmente atraerse la voluntad de los favores de los príncipes y sus criados por medio de regalos y oficios piadosos para que den noticia fiel a nuestros padres del carácter e inclinaciones de los príncipes y grandes. De este modo la Sociedad podrá ganar con facilidad tanto a unos como a otros.

6º La experiencia nos ha enseñado cuántas ventajas ha sacado la Sociedad de mezclarse en los casamientos de los príncipes de la casa de Austria, y de los que se han hecho en otros reinos, en Francia, en Polonia, etc., y en diversos ducados; por eso hay que proponer partidos ventajosos, escogido …..

CAPITULO III. Cómo la Sociedad debe conducirse con los que ejercen gran autoridad en el Estado y que aunque no sean ricos, puedan prestar otros servicios.

CAPITILO IV. Lo que debe recomendarse a los predicadores y a los confesores de los grandes

CAPITULO V. Cómo conviene conducirse con los otros religiosos que desempeñan en la iglesia funciones semejantes a las nuestras

CAPITULO VI. De la manera de conquistar a las viudas ricas

CAPITULO VII. Cómo debe entretenerse a las viudas, y disponer de sus bienes

CAPITULO VIII. Lo que debe hacerse para que los hijos de las viudas abracen el estado religioso de devoción

CAPITULO IX. Del aumento de las rentas de los Colegios

CAPÍTULO X. Del rigor particular de la disciplina en la Sociedad

CAPÍTULO XI. Cómo se conducirán los nuestros de común acuerdo con los expulsados de la Sociedad

CAPÍTULO XII. A quienes debe conservarse en la Sociedad

CAPÍTULO XIII. De la elección que debe hacerse de los jóvenes para admitirlos en la sociedad, y del modo de entrenarlos en ella

CAPÍTULO XIV. De los casos reservados y de las causas porque se debe expulsar a los miembros de la Sociedad

CAPÍTULO XV. Cómo hay que conducirse con las devotas y las religiosas

CAPÍTULO XVI. De la manera de profesar el desprecio de las Riquezas

CAPÍTULO XVII. De los medios de hacer prosperar la Sociedad

INSTRUCCION POLITICA
Manuscristo del padre Cazorla, miembro de la Compañía de Jesús, que existe en la Biblioteca Nacional de Madrid.

PREFACIO
Avisos discretos a los más entendidos nuestros, para ser retenidos y reverenciados en todos los reinos, provincias, repúblicas, ciudades, villas, lugares; estilo breve y cifra conteniente llena de consejos eficaces para vivir en unión; forma política y grave; los cuales siguiendo la virtud y verdadero vivir, quieren conservarse y vivir poderosos y válidos.


Cap. I.-Para el fin que pretendemos, hermanos, es conveniente y aun forzoso proporcionar los medios más útiles que conducen a este fin, escoger los más eficaces para libertarnos de los escollos tempestuosos del estrecho mar de este mundo variable y lleno de mudanzas, escarmentar en cabeza ajena, porque el descuido y falta de prevención no nos estorbe a conseguir lo que deseamos.


Cap. II.-Conviene a saber en primer lugar quiénes son los reyes y señores que gobiernan y mandan; quiénes son los poderosos y ricos; que inclinaciones tiene cada uno; en que se ocupa o entretiene de ordinario; qué opinión tiene en el reino o en la ciudad donde vive, en que género o especie tiene su hacienda, dónde o cómo asentadas sus rentas y con quien trata o comunica.


Cap. III.-Conocida la persona superior, se sigue saber los que por oficios les siguen y más inmediatos; quiénes son sus reyes, sus consejeros, gobernadores, asistentes, y los más ministros, e inquirir sus ocupaciones de éstos; enterarse de lo que cada uno puede hacer de su autoridad sin dependencia de su rey o señor, porque el prudente a su tiempo puede valerse de todos en lo que estuviese bien.


Cap. IV.-Saber los más cercanos, y amigos y parientes del rey o superiores, y saber el uno más cercano y más válido: acerca de éste no hay que inquirir la inclinación, pues aunque sea contra su voluntad, y forzado de ser inclinado a lo que fuere el rey.


Cap. V.-Sabidas las inclinaciones del señor y vasallos, necesitamos de gracia, ciencia y arte para granjearles la voluntad, y después de granjeada, prudencia y sagacidad para conservarla y pasar adelante con buena política y reputación para tener lo que deseamos para el bien común.


Cap. VI.-Para alcanzar entrada con los reyes hemos de usar de medios suaves, si no obraren fuertes, por medio de parientes o algún gran señor privado, o persona que tiene grande puesto que ésta es forzosa a nuestro intento; y si no usando de humildad, buenos ejemplos, acariciando a todos los que nos pueden valer para nuestras pretensiones que
conviene así.


Cap. VII.-En cualquier conversación secreta o política en que se hallaren nuestros hermanos, tengan singular cuidado de hablar siempre bien en favor de los reyes, de sus privados y de todo gobernador, de alabar sus intenciones y obras diciendo que es cosa sagrada, y que Dios cuida de encaminarlos por camino más seguro al buen fin que tienen de la conservación de sus vasallos; eso aplicado a la materia que se trata y a los sujetos con quien se habla.


Cap. VIII.-Tengan cuidado de aprender a hablar con los privados, ajustándonos a sus condiciones, ofreciéndonos a su gusto y voluntad; decir que esa es la nuestra hasta que estén fundadas nuestras pretensiones, dar buenos consejos, ofrecer de continuarlos con oraciones y devociones, traerles a la memoria alguna cosa memorable de la libertad,
armas, virtudes o letras suyas, o de sus pasados, que alegra a quien lo oye, facilita lo que se pide y granjea su amistad grande.


Cap. IX.-Cuando se llega a hablar con los reyes, sea con singular crianza, humildad y cortesía, confesando las obligaciones que en general todos tienen de rogar a Dios por su vida y salud, y más que todos nosotros; mostrando grandes agradecimientos por las mercedes recibidas, aunque no sean tantas; decir que no queremos otro amparo ni otro
bien después de Dios sino el suyo.


Cap. X.-Si los reyes o superiores tienen mujer e hijos, procurar su favor, e ir a pedir nos amparen para con ellos, diciendo son nuestros dueños y nosotros sus capellanes; y es de gran importancia que mujeres y gente moza se huelgan de que les pidan, y las mujeres de ser reconocidas, y los hijos de que les reconozcan por señores trayéndoles a la memoria
lo que han de ser, se recrean y alientan y les tendremos gratos, y principalmente si les traen a la memoria algún ejemplo de libertad, ánimo y valor que les excite a lo mismo que por aquí se facilita…


Cap. XI.-Ganadas las voluntades de los reyes, príncipes, mujeres e hijos, se ganan las de sus vasallos, que, como dicen: tal es el amo, tal es el criado; vuelvo a decir, que sabidos reyes, parientes, privados, sus inclinaciones, tratos y correspondencias en poco o mucho y muchísimo en pocas palabras, y se sabe y le enseña la mayor parte de lo que
deseamos.


Cap. XII.-Para obligar a un general o rey a favorecer a nuestras pretensiones, hace mucho al caso la carta de rey o príncipe que no sea el suyo; que cualquiera se honra de verse suplicado de señores soberanos, y más si son parientes de su dueño; y cuando no sean sino iguales en oficio tienen particular vanidad en que los rueguen, y se vencen a sus ruegos porque juzgar que los habrán menester en otra ocasión; por esto se ha de procurar siempre el favor de un príncipe para con otro: estos favores tienen gran calidad, que se precian por sus intereses de hacer unos por otros, principalmente los ministros por los grandes a quienes pueden haber menester.


Cap. XIV.-Los que vayan a fundar, sean muy doctos, ejemplares, devotos, procuren aventajarse a los demás en dulzura para granjear la amistad con los señores del lugar donde fueren a fundar, que éstos son los que han de fomentar nuestros intereses.


Cap. XV.-Sean los nuestros muy benignos con las mujeres, hijos e hijas de los que trataren, que granjeando a éstos con dulzura, habilidad y algún regalo, según nuestro posible, se granjean con grandes amistades, y se les obliga a que frecuenten nuestras casas con amor de voluntad de padres e hijos.


Cap. XVI.-Decir bien a los padres de sus hijos dándoles esperanzas de que les ha de suceder bien felizmente, según la ocupación de cada uno de su género, con encarecimiento; a las mujeres alabarles sus maridos, que si están conforme, será hacerse dueños de sus corazones, a ellos alabarles la virtud, bondad y cristiandad de sus mujeres, encarecerles el amor que ellas les tienen; con esto se ganará el juego entrambos.


Cap. XVII.-Hacerles pláticas de amor de Dios con algunas autoridades de Santos, diciendo que el amor de Dios vive en los casados y ellos en Dios que los que van a fundar, van con cuidado de enseñar y ganar voluntades de los que vieren, porque el amor de Dios no es ocioso ni sabe serlo, y así engendra amor de las almas; con estas otras razones nos comprendemos entre maridos y mujeres; decir a los padres que están muy obligados a Dios por haberles hecho hijos y tales, de tales padres; a los hijos por haberles dado tanto tiempo en que enmiendan sus faltas; a los mozos de muchas miserias en que podían, como otros, haber caído y acabado con ellas.


Cap. XVIII.-Tomar con esto posesión, medir con regla y prudencia la forma y manera conveniente para que persevere y se vaya aumentando la fábrica y sustento de los nuestros; y aunque sea con modestia los principios, no importa, que después se irán extendiendo largamente y más si se observa tener gratos a los principales.


Cap. XIX.-Los novicios que reciban, sean hijos de los más poderosos y más nobles, y si puede ser, los herederos y primogénitos, por muchas razones, que los padres se inclinarán donde estén los hijos, y a la casa, porque los tiene; pues aunque al principio haya algún desabrimiento, se aplaca.


Cap. XX.-Recibido el novicio, dése parte al superior de la provincia y al padre general una vez cada año, para que sepa los que son en todo de nuevo.

Cap. XXI.-Para que nuestro padre general sepa procurar lo que nos conviene en todas las provincias de Europa y fuera de ella ha de tener nuestra compañía fiel correspondencia entre ella, ha de tener nuestra compañía fiel correspondencia entre si; avisando los unos a los otros todo lo que pasa en todo el género de cosas así nuestras como ajenas, en todos los Estados, modos y maneras de los gobiernos, tratos, contratos, paces y guerras de reinos, provincias y ciudades: lo que vale y estima cada cosa; las vías por donde más fácilmente se puede adquirir, intentar y alcanzar lo que nos estorba a nuestros intentos y comodidad: con esto el curioso hermano penetra lo que conviene para conseguir nuestros fines, y más si los que gobiernan son de los profesos y provectos, y guardan en todo con gran cuidado lo que aquí se les enseña.


Cap. XXII.-Para excusar dentro de nuestros pechos novedades y alteraciones que pueden nacer de comunicar con muchos el gobierno tenga el superior dos confidentes que le avisen todo lo que pase en casa, sin que los demás entiendan por arte o parte; y el comunicar con éstos sea raras veces, y sin que sepa el uno del otro; y regale y estime a los que tuviesen ese cuidado hasta saber que desea; sin ruido, remediar lo que fuese necesario con suavidad, quitando los miembros que causen malicia, y acudiendo con tiempo se evita cualquier daño; y si fuere escandaloso, más vale con sano y maduro consejo despedir de una vez que lidiar mucho tiempo con lo que no se debe consentir según nuestra profesión.


Cap. XXIII.-Han de frecuentar los nuestros los señores principales y de respeto, dondequiera que estuviésemos; visitarles en sus casas con grandes cortesías: visitar a sus mujeres e hijos ofreciendo a su servicio nuestros deseos; ofrecerles la enseñanza de sus hijos con crianza, urbanidad y letras, según el estado de cada uno; cuidar con sus almas administrándoles los Sacramentos con devoción, caridad y suavidad, sin mostrar interés alguno ni recibir cosa de ninguna especie durante mucho tiempo.


Cap. XIV.-Los que salen a estos ministerios han de comunicar con al cabeza cada semana una vez lo que han hecho en su procuración y ocupación, con quién han comunicado y en qué cosas y casos han entrado; todo con grande silencio, que es la llave de todo nuestro negocio: el traje, vestidura, cofre y guarda a la seguridad de un hombre sabio, obliga por lo natural y por justicia y amistad y por caridad, y así se debe observar mucho en nuestra compañía escuchando lo que nos dicen y callando lo que sabemos.


Cap. XXV.- El que gobierna use de mucho creer lo que pareciere a él conveniente, a lo menos conforme a sus intentos; escuche a sus confidentes, si son hombres de bien; el prudente cuando honra a todos en público y se recela de cada uno en particular; que quien vive con muchos ha de hacer orejas de mercader, oír tal vez lo que no quiere, disimular al vez lo que pesa, ignorar lo que entiende, y preguntar lo que sabe, abonar lo intolerable; para avenirse con muchos tenga el prudente escrito en el corazón, y muy secreto, porque es gran afrenta si no se guarda como se debe.


Cap. XXVI.-No han de comunicar los maestros, su son prudentes, sus cosas con nadie, fuera de su casa, antes de procurar saber de todos, y que nadie sepa de ellos, así. Cap. XXVII.-Para vivir, regir y gobernar sobre lo dicho, conviene que estudien y sepan todos los medios y modos de pedir y alcanzar; todos se ejecuten, sin perdonar ninguno, para poner nuestra obra en punto fijo e inmóvil. Cap. XXVIII.-Todo prudente que gobierna ha de poner diligencia astuta y secreta entre nosotros en que se haya correspondencia en todo el orbe de parte a parte entre nosotros, porque sepamos de todo lo que pasa en particular y en general, y lo que nos pueda ser de daño y provecho en cualquiera parte; y así los padres provinciales, rectores y propósitos han de tener correspondencia en todos los reinos, y con su cabeza provincial o general, que ha de estar siempre o lo más del tiempo en Roma.


Cap. XXIX.-Nuestros hermanos que se aúnen y conformen en toda suerte; que sus lecciones y persuasiones pertenecientes a enseñanza, doctrina, negociaciones y solicitud sea una misma regla en todas partes del mundo de levante al poniente; una misma regla de vestir, calzar y recogimiento, gobierno y tratos en lo divino y humano, porque si diferenciamos, será principio de nuestra destrucción.


Cap. XXX.-Sépase en cada casa la gente grave y fundada que hay en toda orden, que estas son las columnas de la casa de Jesús, que es nuestra Compañía, y los que saben, pueden y valen y negocian, para que se obre en todos unos a ejemplo de otros y hagan lo que nos importa. Conviene que se echen en todas partes buenas raíces, para que tengan refugio los hermanos de los otros.


Cap. XXXI.-Téngase gran cuidado que se sepa en ;a comunidad las cosas graves de ella; sépanlas sólo los que las gobiernan y tratan del bien común: que no conviene que los particulares entiendan estas materias, a por lo mucho que importa guardarse de todos.


Cap. XXXII.-Los padres graves tengan correspondencia fuera de su natural con personas de cuenta, y cuando no pueda por ser por comunicación personal, ser por cartas, que es de grande importancia.


Cap. XXXIII.-En todas las conversaciones tengan los nuestros gran atención de decir a los seglares lo que nuestra Compañía, bien enseñan, predican y escriben, y encarecérselo mucho, aunque no sean tan eminentes, para que se nos aficionen y crezca nuestra fama por todo el mundo.


Cap. XXXIV.-No sólo se procure la amistad de señores y señoras, por medio de sus amigos, de suerte que los que son suyos hagamos nuestros, sino también por medio de los secretarios, que es camino por donde se puede saber mucho.


Cap. XXXV.-En toda casa haya un hombre hecho y bien recibido, y éste tenga dos confidentes seglares, que no sepa el uno del otro, ni otro sepa que éstos tratan en esto, con que sabrá todo cuanto fuera de casa pasa.


Cap. XXXVI.- El que gobierna tenga cuatro o cinco confidentes en la misma conformidad, que le avisen de todo lo que pasa en el lugar y en general y en particular tenga una memoria de todas las calles, plazas, casas de señores, señoras, consejeros, administradores, gobernadores y procuradores; y procurare tener un confidente en cada calle, y éste le avise y dé memoria de todos los principales que viven en ella, si son propias o alquiladas las casas en que viven, sus oficios, ocupaciones, hacienda, calidad lugares de donde son naturales; que será muy gran cosa y más si en cada casa de señor
o señora tienen un confidente que le avise lo que pasa y le ayude a su obra, aunque él inste en regalarle, que no se puede excusar.


Cap. XXXVII.- En los lugares donde no tenemos casa importa tener un confidente que nos avise que gente hay en ellos, qué tratos tienen, qué oficios, qué haciendas, en qué nos pueden ser de provecho, en que manera se podrá valer el prudente de ellos en la ocasión que no es menos importante que todos.


Cap. XXXVIII.-Procure el que gobierna tener entrada en todas las casas principales por medio de su confidente, que hará buen tercio con el dueño de la casa; al principio entrar en cualquiera de ellas con mucha sagacidad, astucia, y tiento, hablando y conversando según los capítulos pasados disponen, atendiendo a la materia, tiempo ocasión en que se hallare, disponiendo las dificultades con suavidad que eso y decir bien de todos, y que los ama tiernamente, cautiva la voluntad y dispone para lo que queremos.


Cap. XXXIX.-Cuando hubiere disgusto de consideración entre marido y mujer o con criados, el hermano que tuviere entrada en aquella casa avise al padre rector, como persona de más autoridad, para que los ponga en paz con razones dulces y amorosas, que los obligará gravemente y si fuese en ocasión un regalo de parte del superior, será tenerlos convencidos para lo que quisiere; después alabe al uno al otro, y dé a entender que la pesadumbre se sepa en parte alguna; si el hombre tiene la culpa, decirle la obligación que tienen los hombres principales de llevar con paciencia las cosas de las señoras, que por su bondad merecen ser respetadas; si la tiene la mujer, hablarle con gran suavidad y amor lo que las mujeres calificadas deben sufrir y respetar a sus maridos, y así será dueño de las voluntades de entreambos.


Cap. XL.-Tengan grande cuenta de tener gratos a los hijos de los señores que visitan, que son pedazos de los corazones de los padres.


Cap. XLI.-Procurar conservar la amistad del criado que más mande en casa de su señor o señora, que es de suma importancia y cuando se llegaré a confesar cualquier criado o criada de la casa que frecuentamos, recibirlos con singular benevolencia, persuadirlos a que aficionen sus amos a más frecuentar, que vaya tomando afición a la doctrina que enseñamos; que así se reducen los ánimos de todos a lo que deseamos; pues esto hará el prudente lo que juzgar que conviene a nuestra pretensión.


Cap. XLII.- Después de conocido el sujeto y caudal de quien comunica, el prudente puede comunicarle lo que importa que favorezca nuestra fábrica, xii la necesidad que tiene de ello el puesto en que está, diciéndole que aunque vea otras religiones en él, no sirven como la nuestra, ni dan empleo, ni saben, ni viven como ella, y otras cosas de esta traza, hasta que se desaficionen de las demás, pero con traza y que aparente y con esto, con decir que sus antepasados u otros ilustres señores han favorecido semejantes obras, que no han de ser ellos de menor valor y Wi, que son de igual calidad, se hará que hacienda y cualquiera máquina que armara de éstas por el prudente, sirva al confesor para dar luego aviso al superior para que acuda con lo que conviene.


Cap. XLIII.-Ninguno de ninguna manera pueda ni pretenda casa para sí, y si tal sucediese, que el confidente avise al superior para que al punto lo remedie; desde lugar con todo secreto y prestanza como fuere, a confesar a casa de duques, condes o marqueses, o gente de calidad, y haciendo el prudente les diga lo que han de hacer, y el confidente avise al superior de lo que hace, y ellos den cuenta en viniendo de lo que han hecho, a ver si se conforma con el confidente y haciendo algunas veces que los que los que van a unas casas vayan a otras, será más dueño el superior de todo.


Cap. XLIV.-Tratar de todo lo que toca al gobierno de estas casas, con o se haga con prudencia, es ir ganando tierra a las voluntades, y se junte el prudente dos veces a la semana con el superior a tratar lo que conviene intentar, y por que modos se han de encaminar; en vez que gasten en sus personas y cosas más de lo que tienen de hacienda y antes menos; si tienen enfermedades que nunca faltan, prometerles la salud, darles esperanza de ella mientras la naturaleza lo permite y el estado de la enfermedad; pero si declina y empeora, tratar de su salvación con palabras suaves y blandas, y pedir que se acuerden de nosotros en sus testamentos, que nadie cuidará de su alma en toda la iglesia como nosotros; significarle de camino el sentimiento que tenemos de su enfermedad, conforme fuere la calidad del enfermo, y que ayude al superior con algún regalo extraordinario y visitarle los mas graves de casa, consolando y granjeando al heredero, ofreciendo y asegurando perpetuamente sacrificio; diciendo que se hace de diferente modo en nuestras casas que en las demás religiones, tanto que sirve de sufragio y ejemplo al mundo, porque nosotros fundamos en Jesucristo Salvador, que hará con los que nos favorecen infalibles misericordias encajar de presto alabanzas de nuestro padre fundador y de otros hijos escogidos suyos que hemos conocido, y tenemos que decir que han hecho y hacen milagros cada día, y acomodarlos con arte y gracia; persuadir que el principio nuestro es militar, y perseverar debajo del santo nombre de Jesús, lo que otros ningunos han hecho ni harán jamás, cuya doctrina suprema y evangelio con tanta verdad
predicamos, en cuya confesión derramamos nuestra sangre, que toda la iglesia militante junta no lo hace, ni todas las religiones juntas hicieron ni harán lo que nosotros solos hemos hecho y haremos y debajo de este nombre triunfaremos del Demonio y mundo: todas estas pláticas se hagan con grande amor, diciendo que no tenemos otro fin que
salvar las gentes, limpiar el mundo de vicios, enseñar la fe viva y buenos deseos de vivir.


Cap. XLV.-Sobre todo, importa observar esas reglas con prudencia y usar de ellas, según el tiempo, lugar y ocasión oportuna con quien se trata, según la materia que pretendamos granjear estando los que tratan muy en la sustancia de todas las materias, y con esto podrán todos los que la tratan en toda sazón gobernarse, regir, mandar, obedecer, callar,
hacer diligencia y adquirir con entendimiento sin velo, y siendo bien recibidos de todos

FUENTES:

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/estructura-y-sociedades-secretas-y:1

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/la-nobleza-negra-iii-templarios-jesuitas:b

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/congreso-de-wilhelmsbad-los-illuminati:0

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/el-origen-jesuita-de-la-incalculable:7

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/las-conexiones-jesuitas-y-vaticanas-en:e

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/el-jesuita-que-susurraba-al-o-do-derecho:7

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/la-dictadura-de-los-jesuitas-en-las:a

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/bol-var-y-miranda-los-libertadores-t:7

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/estados-unidos-1-el-neoimperio-romano:b

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/la-mano-jesuita-que-zarandea-al-estado:a

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/agenda-2030-de-la-onu-y-vaticano-la:c

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/hillary-clinton-nombra-a-un-misionero:b

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/el-jesuita-podesta-y-wikileaks-meten-a:6

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/el-jesuita-venezolano-arturo-sosa-nuevo:1

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/golpe-de-estado-vaticano-jesuita-a-los:3

https://odysee.com/@JorgeGuerra:4/el-caballero-de-malta-que-fund-monsanto:5

Gracias, de nuevo, a Jorge Guerra. Por alumbrar. Después de ser vetado en Yt, ahora puedes acceder a toda su producción informativa en ODYSEE.

NOTA.- Como viene informando UNIVERSO GESARA, esta información forma parte del plan oscuro que ha sido vencido por la LUZ. Recuerden: la Verdad será revelada. Y la Verdad os hará libres. Hecho está.

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