En fecha más reciente, el 21 de julio de 2021, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski promulgó una ley sobre los «pueblos autóctonos» que reconoce los derechos humanos y las libertades fundamentales únicamente para los ucranianos de origen escandinavo o germánico, excluyendo de esos derechos y libertades a los ucranianos de origen eslavo. Es la primera ley racial que se adopta en Europa en 77 años.
El 2 de noviembre de 2021, siguiendo una “sugerencia” de Victoria Nuland, el presidente Zelenski nombró al nazi Dimitro Yarosh consejero especial del jefe de las fuerzas armadas ucranianas y le asignó como misión la preparación del ataque contra el Donbass y la península de Crimea. Es importante tener en mente que Yarosh es un nazi mientras que tanto la hoy estadounidense Victoria Nuland como el presidente Zelenski son judíos ucranianos.
Durante los 8 años transcurridos desde la operación de cambio de régimen en Ucrania –sin incluir la actual operación militar rusa– los neonazis han matado al menos 14 000 ucranianos.
Sin esperar confirmación, el Memorial Yad Vashem, la institución israelí encargada de preservar el recuerdo sobre la «solución final de la cuestión judía» adoptada por los nazis, emitió un comunicado de condena. Israel consideraba ultrajante que Rusia comparara a la extrema derecha ucraniana con los nazis que aplicaron la «solución final» y que además bombardeara aquel memorial.
Pero cuando periodistas israelíes se presentaron en el “lugar del crimen” pudieron comprobar que el memorial nunca fue bombardeado. Dicho claramente, el presidente ucraniano Zelenski mintió. Poco después, el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, invitó el Memorial Yad Vashem a enviar una delegación a Ucrania para que pudiera comprobar con sus propios ojos, bajo la protección del ejército ruso, lo dicho por el presidente Putin.
Todavía está esperando el Kremlin la respuesta del Memorial Yad Vashem. ¿Será que Putin tiene razón?
Sería bueno que el primer ministro israelí hiciese público lo que ha podido verificar, pero es poco probable que lo haga. Porque sería abrir un tema “olvidado”, la cuestión de las relaciones entre ciertos sionistas y los nazis. ¿Por qué David Ben Gurion aseguraba que Zeev Jabotinsky –el fundador del sionismo revisionista– era un fascista y quizás un nazi? ¿Quiénes fueron los judíos que acogieron calurosamente una delegación del partido nazi (NSDAP) en Palestina cuando ya los miembros de aquel partido realizaban pogromos en Alemania, antes de la llegada de Hitler al poder? ¿Quién negoció con los nazis, en 1933, el «Acuerdo Haavara» –literalmente “Acuerdo de traslado”– y mantuvo una oficina oficial en Berlín hasta 1939? ¿Cómo se convirtió Vollrath von Maltzan –cuya madre era judía– en proveedor del gas venenoso Zyklon B utilizado por los nazis en sus campos de la muerte para eliminar a los miembros de las razas que consideraban indeseables?
(NOTA fuera de artículo: cabe recordar que los judíos sionistas estuvieron negociando durante la IIª Guerra Mundial con los bandos para asegurarse Palestina como nación propia y que sólo se decantaron por los británicos a partir del 1943 haciendo que USA entrara en la guerra. Sin embargo, los financieros judíos norteamericanos habían ya declarado la guerra a Hitler en 1933 no logrando llevar a USA a la guerra desde el principio precisamente por esa negociación)
En conclusión, Israel debería retirarse del conflicto ucraniano. Si Israel cambia súbitamente de posición sobre algún otro tema y entra en oposición con Washington, usted ya conoce el por qué.
(NOTA fuera de artículo: vuelve a mirar la foto de arriba… ¿te sugiere que han concluido lo mismo que Thierry Meyssan comenta? … vaya, acabo de recordar lo malo es Putin.)
Lo que hoy sucede en Ucrania estaba planificado desde 2019 y así lo demuestra el plan de la RAND Corporation presentado en la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos el 5 de septiembre de 2019.
La RAND Corporation, cuyo cuartel general está ubicado en Washington, es una «organización mundial de investigación que desarrolla soluciones para los desafíos políticos» y dispone de un verdadero ejército que cuenta 1 800 investigadores y otros especialistas reclutados en 50 países. Los miembros de ese personal hablan 75 idiomas y están distribuidos en oficinas y otras sedes secundarias en Norteamérica, Europa, Australia y la región del Golfo Pérsico. La RAND Corporation tiene personal estadounidense en más de 25 países.
La RAND Corporation, que se autocalifica como una «organización no lucrativa y no partidista», está oficialmente financiada por el Pentágono, el US Army [las fuerzas terrestres de Estados Unidos], la US Air Force [la fuerzas aérea de Estados Unidos] y la «comunidad de inteligencia» estadounidense [las llamadas «agencias de seguridad nacional», como la CIA] y por poderosas organizaciones “no gubernamentales”.
La RAND Corporation se jacta de haber contribuido a elaborar la estrategia que permitió a Estados Unidos salir de la guerra fría como vencedor, forzando la Unión Soviética a dedicar cuantiosos recursos al extenuante enfrentamiento militar. Ese es el modo de acción que inspira el nuevo plan concebido contra Rusia en 2019 y presentado bajo el título «Overextending and Unbalancing Russia», que plantea como estrategia imponer a Rusia un despliegue excesivo para desequilibrarla y destruirla [2]. Esas son las líneas directivas fundamentales que se exponen en el plan de la RAND Corporation y en ese sentido ha venido actuando Estados Unidos durante los últimos años.
Ese plan estipula que, ante todo, Rusia debe ser atacada por su flanco más vulnerable: su economía fuertemente dependiente de la exportación de gas y petróleo. Para ello se recurre a las sanciones comerciales y financieras y, al mismo tiempo, se busca lograr que Europa occidental disminuya su importación de gas ruso, reemplazándolo por el gas natural licuado (GNL) estadounidense.
En el plano ideológico e informativo se estimulan las protestas internas en Rusia mientras que se busca socavar la imagen de ese país en el exterior. En el plano militar, se maniobra para que los países europeos miembros de la OTAN aumenten sus presupuestos de defensa dirigiéndolos contra Rusia.
De esa manera, Estados Unidos multiplica sus posibilidades de éxito, al mismo tiempo que sus ganancias, con riesgos moderados e invirtiendo principalmente en bombarderos estratégicos y misiles de largo alcance dirigidos contra Rusia. El despliegue en Europa de nuevos misiles nucleares de alcance intermedio garantiza altas probabilidades de éxito pero también implica grandes riesgos.
A estas alturas, lo que podríamos llamar una Triple Amenaza se ha establecido como el catalizador que anticipa el lanzamiento de la Operación Z.
- Ucrania desarrolla armas nucleares. El mismo Zelensky lo insinuó en la Conferencia de Seguridad de Munich.
- Laboratorios de armas biológicas estadounidenses en Ucrania. Confirmado, lacónicamente, nada menos que por la esposa neoconservadora del Sinister Cookie Distributor en el superneocon Kaganate de Nulands, quien los describió como «instalaciones de investigación biológica».
- Un ataque inminente en Donbass con muertes masivas de civiles. Podría haber sido en marzo, según documentos incautados por el Ministerio de Defensa ruso. O incluso a fines de febrero, según la inteligencia de SVR, que estaba monitoreando la línea de contacto minuto a minuto. Esto es lo que finalmente impulsó la Operación Z como una versión rusa de R2P («Responsabilidad de proteger»).
Entonces, después de años de gritos instigados por la CIA de «¡teoría de la conspiración!» y menos de cero actividad de “verificadores de hechos”, resulta que “todo estaba sucediendo en Ucrania”, como señaló una vez más la mensajera divina Maria Zakharova: “Hemos encontrado sus propios productos. Hemos encontrado su material biológico”.
Serán reforzados por un nuevo contingente de 450 combatientes recién llegados de, ¿dónde iba a ser?, Idlib, incluidos muchos no sirios de Europa y el Magreb. Sin embargo, la mayoría son al-Qaeditas y miembros de la rama siria del Partido Islámico de Turkestán. Su punto de tránsito: la frontera sirio-turca, un contrabando libre para todos.
En su forma actual, aquí se ha esbozado la visión macro más detallada de cómo se está desarrollando la Operación Z estratégica. El inestimable Andrei Martyanov lo describe como una “operación policial de armas combinadas”: un cruce delicado entre la guerra a nivel de formación (“armas combinadas”) y una operación policial para arrestar y/o destruir criminales (en toda su extensión de “desmilitarización” y “ desnazificación»).
El Imperio simplemente no permite que la organización no gubernamental en Kiev negocie nada. La única táctica en la ciudad es estancarse. La Operación Z, o «la guerra», podría detenerse con una simple llamada telefónica del comediante en Kiev.
Lavrov al menos fue bastante explícito en algunos temas clave. Rusia no quiere la guerra; nunca usó petróleo y gas como arma; y quiere que Ucrania sea neutral.
Occidente, agregó Lavrov, se niega a comprender el concepto de “indivisibilidad de la seguridad”; aquellos que suministran armas a Ucrania y envían mercenarios deben entender que “son responsables de sus acciones”; y refiriéndose al pantano histérico de las sanciones, enfatizó, “haremos todo lo posible para no depender más de Occidente en ningún sector estratégico de nuestra vida”.
También es una guerra contra el concepto ruso de la Asociación de la Gran Eurasia. En resumen: es una guerra total contra la integración de Eurasia.
Y eso nos lleva al aspecto clave de BRI: la conectividad ferroviaria/carretera de Eurasia, entre China y la UE y con un corredor que atraviesa Rusia. La histeria de sanciones coordinadas de la OTANStan no solo es contra Rusia, sino también contra China.
Desdolarización en vigor
Entonces, la Casa Blanca envió una delegación para hablar con el presidente venezolano Maduro, encabezada por Juan González, el principal asesor de América Latina de la Casa Blanca. La oferta es para “aliviar” las sanciones a Caracas a cambio de petróleo.
El gobierno de los Estados Unidos ha pasado años, si no décadas, quemando todos los puentes con Venezuela e Irán. El Gobierno de los EE. UU. ha destruido Irak y Libia, y ha excluido a Venezuela e Irán de apoderarse de los mercados mundiales del petróleo solo para terminar miserablemente tratando de comprar ambos, y así escapar de ser aplastado por las fuerzas económicas que ha desatado. Eso prueba, una vez más, que los “formuladores de políticas” imperiales no tienen ni idea.
Caracas solicitará la eliminación de todas las sanciones a Venezuela y la devolución de todo su oro confiscado. Parece que eso no se aclaró exactamente con el «presidente» Guaidó.
Los bancos europeos están cada vez menos dispuestos a otorgar préstamos para el comercio de energía con Rusia debido a la histeria de las sanciones. Un fuerte indicio de que Nord Stream 2 puede estar literalmente a seis pies bajo tierra es que el importador Wintershall-Dea canceló su parte del financiamiento, asumiendo de facto que el gasoducto no se conectará.
Todos los que tienen un cerebro en Alemania saben que dos terminales de GNL adicionales, aún por construir, no serán suficientes para las necesidades de Berlín. No hay suficiente GNL para abastecerlos. Europa tendrá que pelear con Asia por quién puede pagar más. Asia gana.
Europa importa aproximadamente 400 000 millones de metros cúbicos de gas al año, y Rusia es responsable de 200 000 millones. No hay forma de que Europa pueda encontrar 200 mil millones de metros cúbicos de gas en ningún otro lugar para reemplazar a Rusia, ya sea en Argelia, Qatar o Turkmenistán. Sin mencionar su falta de terminales de GNL necesarias.
El resultado final será que EE. UU. se coma los ahorros europeos para el almuerzo, mientras que China amplía su clase media a más de 500 millones de personas. A Rusia le irá bien, como describe Glazyev: soberana y autosuficiente.
Michael Hudson ha esbozado concisamente los lineamientos de la auto-implosión imperial. Sin embargo, mucho más dramático, como un desastre estratégico, es cómo el desfile de sordos, mudos y ciegos hacia una profunda recesión mezclada con casi hiperinflación destrozará lo que queda de la cohesión social de Occidente.
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