Para la Humanidad consciente y libre 

 

El «coronatimo» se adjetiva 19. Pero, se descubre y hace furor en 20. Hoy, que ya es 21, recordamos con sostenida perplejidad aquella tragicomedia, plena de incoherencias, que empezamos a padecer hace ahora justo un año.

El «coronatimo» era, y es, como una gripe, pero más grave, asesina. Una amenaza mortal, pero no debes temer, aunque haya miles de muertos. Aunque, en realidad, no han sido tantos. Lo estamos manejando muy bien, decían los gobiernos del mundo entero. Pero, no hay que salir de casa. Pero, los trabajadores si pueden salir de casa, según en qué país y zona del planeta, aunque sean limítrofes; según en qué franja horaria y, por supuesto, nunca de noche. No puedes estar a menos de metro y medio de distancia de tus congéneres. Mejor, incluso, no relacionarte. Sobre todo, si son tus padres o tus hijos. Tampoco puedes salir a hacer deporte, ni a caminar o a tomar el sol, aunque vayas sólo por el parque o el campo, sin llevar bozal. Si tienes perro, puedes sacarlo a pasear al aire libre y a tomar el sol cuantas veces quieras. Libre de máscara, claro. Él si puede respirar. Los médicos también pueden salir y acercarse a los enfermos para curarlos, porque son héroes, pero no vayas a los centros de salud ni a hospitales, porque son muy peligrosos. Y, además, llevan un año abarrotados de pacientes, según la versión oficial y mediática. Aunque, realmente, están vacíos, como puedes observar en los miles de vídeos que circulan por las redes y que rápidamente son censurados por los verificadores de noticias. Es decir, por los nuevos censores de la postverdad, financiados a través de nuestros impuestos para que nos garanticen información manipulada a tope. Todo por nuestra salud y nuestra propia vida, que corre el mayor de los peligros en la historia de la humanidad. ¿Qué sería de los miserables humanos si no fuera por sus políticos, periodistas, médicos, científicos y demás sicarios de la verdad oficial?

 

 

Este virus que viene y va, como el carnaval que ya no celebramos, se contagia rápidamente, como por arte de magia. Aunque no siempre. Sale de la chistera en la China y salta a Europa, América o Japón, como por encargo. Pero, la mayoría de la población mundial no lo ha pillado, aunque parezca lo contrario. Sólo miles de abuelitos desahuciados en residencias a los que no permitieron ingresar en hospitales porque todos estaban, supuestamente, superpoblados y a los que aplicaron protocolos de pasaporte rápido a mejor vida. O murieron de pena, soledad, miedo y abandono. No lo decimos nosotros. Lo han dicho trabajadores y personal sanitario de esas residencias, y de todo el mundo, que no soportaban la voz de su conciencia.

MIentras los hospitales permanecían, supuestamente, masificados, el esfuerzo de las plantillas de enfermería por distraernos y hacernos más llevadero nuestro encierro grabando y divulgando coreografías esperpénticas era muy de agradecer. Aliviaba comprobar que, a pesar de las » avalanchas de enfermos en las Ucis, las habitaciones y en los pasillos, esperando a ser atendidos por falta de recursos humanos y materiales, aún arrancaban de sus agotadoras jornadas laborales minutos, horas, incluso semanas, para diseñar el baile, ensayar, coordinar y grabar aquellos conseguidos musicales. La mayoría parecían profesionales del espectáculo más que de la sanidad.

 

 

Ahora, por fin, entiendo los aplausos automáticos desde los balcones. También la algarabía de sirenas y lucecitas del personal de protección civil, ambulancias, policías, bomberos y demás personas de servicios esenciales que, aunque no dormían por la crisis sanitaria y social, todas las tardes a las 8, hacían un alto en su intensa tarea para recorrer las calles de todo el mundo y alegrarnos con sus discotecas ambulantes.

¡Qué tardes aquellas en las que éramos tan felices de 8 a 9, a pesar de la «supuesta» expansión de la muerte por todos los rincones de la Tierra a causa de un bichito asesino cuya llegada inesperada había sido anunciada cinco años antes por Bil Gates, el más rico de los informáticos del mundo¡. ¡Qué clarividencia la suya! ¡Qué poder adivinatorio! ¿O será consecuencia de su experiencia creando virus y antivirus de ordenador?

 

 

Un bichito que no es tal, según los médicos que no han dejado de contarlo en redes, aunque continuamente eran y son  censurados, porque la democracia del siglo XXI respeta todos los derechos humanos, pero nadie puede salirse de la versión oficial de los hechos. Nadie puede salir de su casa, salvo excepciones arbitarias. Nadie puede negarse a someterse a un protocolo médico inhumano. Y nadie puede acompañar a su madre, a su hijo o a su pareja en el hospital porque se ha convertido en persona non grata en esos edificios que se han convertido en cárceles donde dan boleto urgente al otro barrio.

Recuerdo, no diré con añoranza, los aplausos de los «balconazis», que se ponían de los nervios al ver a los escasos librepensadores que paseaban por calles y plazas o intentan respirar aire puro sin bozal.  No obstante, las fumigaciones aéreas con biocidas por la UME fueron autorizadas oficialmente por el buen gobierno de España desde el 17 de abril 2020. Y aún siguen surcando nuestros cielos. Fieles a su cita diaria.

Sigamos con las reflexiones sólo para inteligencias superiores.

¿Recuerdan cuando no estaba permitido ir por la calle o en el coche con tu pareja, hijos o demás personas de tu entorno familiar? ¡Qué orden más tierna!

 

 

Por aquel entonces, las mascarillas no servían para controlar al bicho. Pero, si estabas contagiado si. Pero, también podía ser peor usarlas, por eso no se recomendaba su uso. Aunque tenías que desnudarte y lavar toda tu ropa y calzado a 60 grados cada vez que volvías a casa de la calle. Y desinfectar todo con lejía. Y lavarte miles de veces al día las manos. Y desinfectarlas con gel por todo. Y, aún así, utilizar guantes. NO obstante, en aquellos primeros meses, las mascarillas brillaban por su ausencia en el mercado. Por, tanto, no nos obligaban a llevarlas. Así generaron la necesidad y prepararon el terreno para que cuando nuestro buen gobierno hizo acopio millonario de ellas, a través de compras millonarias y nada transparentes ¡A China¡ el personal aterrorizado corría en avalancha a comprarla y a usarlas dobles y triples, incluso durante el sueño. Desde ayer, 18 de marzo de 2021, el gobierno obliga a llevarlas siempre y en todo lugar.

Siempre se hizo todo por nuestro bien. Como todo lo que hacen y deshacen nuestros gobiernos. Como todo lo que dicen y desdicen. Incluidas las excepciones a la excepción de la excepción. De tal manera que primero fue aconsejable y, poco después, fue obligatoria, incluso, para las personas sanas. Así enfermarán por hipoxia y por reinhalar sus propias bacterias y desechos aeróbicos.  Las personas enfermas, discapacitadas y menores de 6 años estaban excepcionadas de llevarlas obligatoriamente.  También todo aquel ser vivo que pueda caminar siempre y en todo momento a dos metros de distancia de otro ser vivo o humano. Pero, esa excepción, en la práctica duró poco. En julio, todos los españolitos paseaban junto al mar con sus orificios nasales y bucales bien tapados. Se contrataron, incluso, vigilantes de la playa para obligar al personal renuente o disidente.

 

 

Es importante que la ciudadanía comprenda que no se pueden celebrar entierros ni reuniones masivas. NO puedes acompañar y despedirte de tu padre, madre, esposo, hijo enfermo, moribundo o fallecido. Salvo que seas un gran líder político, religioso o ciudadano vasco, catalán y …. y poco más. La nacionalidad histórica es un grado siempre. Ningún virus puede hacer mella en el rh de los seres superiores.  En ese caso, no hay límites, restricciones, leyes, policías, ni borregomatrix gritando: ¡Insolidario¡ ¡retrasado¡ ¡egoísta¡ ¡descerebrado¡ ¡facha¡ ¡nazi¡ y todas esas lindezas que nos hemos lanzado los buenos y sensatos humanos entre nosotros durante este último año. Mientras, nuestros buenos gobiernos, políticos, periodistas y futbolistas de élite seguían con sus vidas maravillosas de siempre y más opulentas cada día.

Estamos jodidos, porque los científicos, de repente, no saben nada. No saben de dónde vino, por qué y, lo más grave, no tienen idea de cómo resolverlo. Pero saben cómo te contagias, y eso parece que lo resuelve todo. Pero, no es así. Las cifras de contagios se disparan cada vez que sacas a escena la pcr y todas las alertas se ponen en rojo. Por tanto, la única esperanza de la humanidad es la vacuna, que cuando aparezca ya no servirá porque el virus habrá mutado varias veces. Pero, tranquilo,  pronto tendremos más. Saldrán como churros gracias a la ciencia, o a la farmafia, o a Bill Gates y el Estado Profundo. Hasta el Papa intervino ante su jefe para salvar a la Humanidad de esta debacle definitiva gracias a la vacuna. Para ese momento, el pánico se había extendido por todas las células de miles de millones de mortales y la necesidad de esa cura milagrosa era prioridad mundial. Tú mismo matarías por conseguirla, aunque nadie te asegure que te cure de nada. Todo lo contrario. Aunque las consecuencias estén siendo aún más alarmantes que las del supuesto bicho. No importa. Eso no lo dice la tv. Por tanto, no existe.

 

 

 

En abril de 2020 nos decían machaconamente a diario: Hay que parar el contagio, aunque, hagamos lo que hagamos, el 80 por ciento nos contagiaremos al final. Pero, no hay que dejar que crezca la curva. Pero, igual el virus ya  vivía con nosotros hace meses, o años, y la mayoría lo hemos pasado asintomáticos. ¿Asintomáticos? Apareció una nueva palabra en el vocabulario de la Postverdad covidiana. Los que ya lo han pasado son inmunes. Pero, no todos, porque algunos vuelven a dar positivo. Y en China había rebrotes constantes.  Aunque no está claro si esta vez afecta  a niños. Y EEUU tiene 80.000 muertos porque no hicieron cuarentena, aunque nadie los haya visto y sus hospitales están vacíos. Y Trump recomienda sol, vitamina C e hidroxicloroquina. Pero, no bebas lejía, porque mata. Más bien quédate en casa y sigue consumiendo tv. Deja que tu negocio se vaya al garete. Salvarás la vida. O no. Pero, habrás sido solidario con los ancianos a quienes, mejor, los dejamos morir hacinados en residencias o solos en sus casas, porque son población de riesgo. Para qué ocupar camas vacías en hospitales si es mejor ayudarlos a partir.  Así quedan disponibles para las siguientes generaciones. Mejor un viejo muerto que un joven traumatizado, o vacunado. ¡Negocio seguro para las farmacéuticas¡, habría gritado la ex ministra de Justicia y actual fiscal general del Estado, mientras compartía copa con el mafioso mayor del reino de esto que antes llamaban España.

 

Te decían a todas horas del día y por todos los medios universales: No hay que salir de casa. Pero, si puedes si eres servicio esencial; para comprar comida, medicina, alcohol y tabaco  y, lo más importante, para pasear al perro. Tus niños están mejor sentados todo el día delante del ordenador y la tv. De nuevo, ¡éxito asegurado¡ gritaría la Lola. Pero, si no salgo de casa no trabajo. Y si no trabajo no tengo dinero para comprar. NO importa. El gobierno te dará dinero, aunque no a todo el mundo ni de manera inminente. Siempre hubo grupos preferidos y preferentes. Los artistas del cine, por ejemplo. Los grandes medios de comunicación. Los obreros afectados por los eres de las empresas que sostienen lo que queda de país pueden esperar . Aún era precipitado que ellos, los políticos, se rebajaran el sueldo que les pagamos por servirnos. Nunca ocurrió. Repartieron miseria y mucha, mucha propaganda. Los autónomos siguen quejándose de que aportan más que reciben. Pero, no te quejes, porque todo lo hacen por tu bien. Te cuidan y protegen. No protestes. Este no es el momento. Más vale estar vivo que comer. O ser libre. LO mejor es que mueras de una maldita vez. Pero, quédate en casa, porque es peligroso.

 

 

 

 

NO vayas al hospital, porque están colapsados, aunque se ha suspendido todo para evitar colapsos y parece que el único colapso, salvo en tres o cuatro hospitales de Madrid, el infierno, es de aburrimiento. Mejor quédate en casa, aunque si tienes síntomas debes ir, pero llama antes para que recomienden que no vayas porque la mayoría lo pasa sin problemas. Cuídate, cuídame. Total, para qué vas a ir al hospital. Allí sólo puedes pillar algo malo. Y te vas a morir en cualquier caso.

NO visites a los parientes mayores, porque los puedes contagiar. Pero, colabora en hacerle la compra y los recados a los vecinos mayores porque, pobrecitos, están solos. 

El suministro está garantizado. Aunque el campo no tiene suficientes trabajadores para recoger las cosechas de alimento. Cuídate, cuida de los tuyos. Y déjanos que te protejamos. Pero, entréganos todos tus derechos. ¿Para qué los quieres metido en casa? Total, ya te echaron del trabajo. Espera paciente que te pague el Estado. Tal vez, algún día el chino del fraude de las mascarillas devuelva el dinero y podemos pagarte.

Más bien utiliza mascarilla permanentemente. Aunque sea perjudicial. Pero, no se sabe. Aunque más vale prevenir y comprar millones y millones de mascarillas a China que, finalmente, son defectuosas y tienen que devolverse. Pero, no importa, la compra está hecha y el dinero público embolsado en las cuentas de algunos listos. Que el dinero público no es de nadie hasta que llega a algunos socios listos.

Pero, España y todos los países podían fabricar mascarillas y todo tipo de material sanitario necesario en tiempo récord y criterios higiénicos. Sin embargo, hay gobiernos que se empeñan en comprarlas a China para mantener la esclavitud infantil. Mientras, los sanitarios dicen utilizar bolsas de basura como escudo ante el peligroso enemigo invisible.

Y no escribo sobre lo que dice la sexmafia y similares corporaciones mediáticas de desinformación y manipulación porque no las veo, escucho o miro. Recomendación médica que sigo al pie de la letra desde que descubrí que el más periodismo consiste en mentir, mentir y mentir. Mercenarios al servicio del poder corrupto global.

 

 

Y luego estaba el misterio de Suecia, las Coreas, Africa, Ecuador y las Américas del Sur y Centro, donde en aquellos primeros meses de «plandemia», no había tal; mientras en Europa y Norteamérica proliferaban las cifras trucadas, infladas, inventadas. Desaparecieron las enfermedades que en los últimos 20 años han matado realmente a la gente de manera exponencial. Las contradicciones del Dios Ciencia y los diocesillos científicos. Confía en tu médico. Pero, sólo si obedece a la farmafia. Nada de medicina natural, alternativa, sabia, tradicional. Yuyu.

 

¿Tendrá algo de cierto esta afirmación de Ignacio Para?

 

 

Después vinieron los test positivos de la papaya y la cabra. El presidente de Tanzania, que resultó más listo que todos los grandes presidentes del mundo civilizado, parece ser que ya ha obtenido billete de regreso a la casa celestial. Seguro que no ha tenido nada que ver con su resistencia a la plandemia.

Días más tarde, salió a la palestra el presidente de Ghana leyendo el documento de la Fundación Rockefeller que explica el plan. Pero resulta que no es cierto. Bueno, no se sabe. Pero, el documento parece que es real. En cualquier caso, el plan estaba representado en The Economist, series, películas, conferencias, el evento 201 y hasta escrito en las piedras de Georgia. ¿Y qué me dices de las profecías, los protocolos de los sabios de Sión y el plan Kalergi? Pero si Soros y Gates llevan toda su vida anunciando que, por nuestro bien, lo mejor que nos pueden hacer es reducir la población mundial al 10 por ciento. O, sea, matarnos con virus, vacunas, debacles financieras, guerras, revoluciones de colores, atentados terroristas, incendios provocados, terremotos, inundaciones y todo tipo de cataclismos no naturales …..

Decidan, el abanico es amplio. Han diseñado un extenso menú para salir de este plano terrícola. Mejor, rapidito, ¡que el tiempo apremia¡

Un año de ¡QUÉDATE EN CASA! y sólo ofrecen como alternativa provisional al «coronatimo» el pinchazo y la máscara permanente; control y esclavitud indefinida.

 

PD: Por suerte, podríamos decir, aunque es incorrecto apelar a la suerte cuando ya sabemos que se trata de causalidad, la Humanidad consciente y libre cuenta con el agüita amarilla de Kalcker y los millones de plantas medicinales que Pamiés y tantos otros maestros ascendidos han mantenido y recuperado de la sabiduría ancestral, a pesar de todo. Contamos, igualmente, con infinidad de hombres y mujeres de ciencia, leyes, letras, filosofía, corazón y clarividencia espiritual que están llevando luz a todos los rincones del planeta en esta encrucijada definitiva.

 

Finalmente, a modo de resumen visual, pasen y vean la película desde otro prisma:  http://thebigresetmovie.com/

 

 

 

 

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