Viaje por ¡SORPRESA¡ La Alberca. Capítulo 1.

 

Buenos días, queridas almas:

Quiero compartir con vosotras tantos temas, tantas experiencias, tantas emociones y sentimientos vividos este verano que no sé por dónde empezar. No obstante, voy a recurrir al manual básico de técnicas literarias y comenzaré, siguiendo la lógica más recomendable, por el principio.

Como os anunciaba en la última carta, de manera bastante improvisada, en julio, un grupito de SyS Córdoba cogimos carretera, manta y demás bártulos, y nos fuimos de excursión.  Al grupo de wassap para coordinarnos lo llamó Juani «Viajeros por ¡SORPRESA¡». El título no podía haber sido más acertado, dada la continua sorpresa que fue el viaje de principio a fin.

La meta era Asturias. Pero, antes, tendríamos que pasar por La Alberca (en Salamanca) para dejar en su residencia de verano a Antonia. Después, hacer otra paradita previa en Hornillos de Eresma (Valladolid) para conocer a Raúl Alonso, el guardián del Espacio Universos, un lugar que nos esperaba desde tiempo atrás.

Este viaje ha sido un regalo inesperado que hemos disfrutado como si de un viaje de fin de curso escolar se tratara. Si los lugares visitados son maravillosos, los seres humanos que hemos encontrado en el camino han sido aún más. Aunque lo mejor ha sido la compañía, el poder compartir ha sido toda una prueba de resistencia para iniciarnos en el sendero de la convivencia consciente. Agradezco infinitamente esta experiencia tan apasionante. 

La partida y primera parada

Partimos el día 6 de julio de buena mañana y ¡por Sorpresa¡ decidimos desayunar en El Vacar. Después de cinco horas de viaje, ¡Sorpresa¡;  Juanjo nos esperaba en el chiringuito donde degustamos deliciosos manjares de Las Hurdes (Cáceres), en un hermoso paraje atravesado por los ríos Batuecas y Ladrillar, en la comarca de Las Mestas.

 

¡Por sorpresa¡, algunas acabamos aliviándonos del intenso calor en El Charco de la Olla, una famosa piscina natural

con un agua cristalina y menos fría de lo esperado, ya que descendía directamente de aquellas hermosas montañas.

 

Las Mestas 

En una primera acepción, «Mestas» significa confluencia de aguas de dos o más corrientes. La segunda versión hace referencia al gremio o a la asociación profesional de origen medieval que agrupaba a los ganaderos dedicados a la transhumancia del ganado, siendo este punto un lugar de paso para las Cañadas Reales que atravesaban la comarca.

Las Mestas es una población perteneciente al municipio de Ladrillar, donde viven apenas medio centenar de seres humanos en un territorio de 11 km²,  dedicados, sobre todo, a la agricultura, la apicultura y el turismo rural. Geográficamente,  ¡por sorpresa¡, nos encontrábamos en la zona oeste del sistema central ibérico,  a los pies de la salmantina Sierra de Francia, en el límite entre las comunidades autónomas de Extremadura y Castilla-León. Unos kilómetros más y llegaríamos a La Alberca. 

En aquella tierra destaca el esplendor de la vegetación natural autóctona:  el brezo blanco, la brecina, la jara, la zarzamora, la madreselva, el lentisco, el enebro, el acebo, el narciso de roca, el lirio  amarillo, el helecho, gordolobo, hipérico…. entre otras muchísimas especies que crecen  en la espesura de los pinares y en los vetustos encinares y alcornocales próximos a las Batuecas.

 

Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia

Aún no nos habíamos repuesto del maravilloso espectáculo de Las Mestas y, desde el Mirador de El Portillo, ya estábamos contemplando el bellísimo parque natural de Las Batuecas-Sierra de Francia (Salamanca).

 

 

Imaginad la sensación de haber pasado en pocas horas del tórrido estío cordobés a estar rodeados de frondosos valles, escarpadas montañas y bosques de robles, castaños, avellanos, alisos, madroños, alcornoques, encinas, durillos….. aire puro, ríos, cascadas, fuentes, manantiales, una de las mayores concentraciones de pinturas rupestres esquemáticas de España, esculturas de vanguardia en mitad del campo …. Una reserva privilegiada. Un paraje de enorme valor medioambiental que te envuelve, te acoge, te magnetiza. «Una visita obligatoria para todo amante de la naturaleza en estado puro», he leído en un blog de senderismo  

https://www.youtube.com/watch?v=zdiOJLe1wsI&ab_channel=PatrimonioNaturaldeCastillayLe%C3%B3n

Habíamos llegado a un oasis dentro del secarral castellano.  Un paraíso en el que disfrutar de un clima excepcional, practicar senderismo y perderse en pueblos donde el tiempo parece haberse detenido. Pueblos, como La Alberca, Mogarraz, Monforte, Miranda o San Martín del Castañar, entre otros,  que conservan su arquitectura tradicional de madera adobe y piedra, sus calles empedradas, oficios artesanales casi extinguidos en otros territorios y sus tradiciones ancestrales. Pueblos en los que aún puedes degustar los productos que cría la tierra elaborados a la antigua usanza. Sin aditivos, colorantes ni conservantes sospechosos. Y en los que, en cualquier esquina, encontrarás  a las lugareñas más ancianas ataviadas con sus trajes típicos. Nos contó  Antonia que abajo, en el valle de las Batuecas,  junto al río del mismo nombre,  en el corazón del Parque Natural de la Sierra de Francia, hay un monasterio: El Desierto de las Batuecas, regentado por monjes carmelitas,  “más que un lugar geográfico, una experiencia interior de soledad y contemplación”.

 

«De este angosto y solitario valle, parecen salir vibraciones místicas.
Tanto es verdad que hacia el siglo 16 se construyó el monasterio y casi veinte ermitas diseminadas en sus dos laderas,
donde los cuarenta monjes buscaban entonces, la soledad, la paz y la contemplación«

https://www.casasierrasalamanca.com/las-batuecas-monasterio-cascada-del-chorro

https://monasteriodelasbatuecas.wordpress.com/la-hospederia/

 

 La Alberca

Finalmente,  llegamos a La Alberca, ese pueblo del que tanto habíamos escuchado hablar a Antonia en Córdoba y que tanto interés teníamos en conocer. La Alberca es, como reza su publicidad municipal, una villa de arquitectura, artesanía, tradiciones  y gastronomía singulares, además de un lugar exótico en la meseta castellana de impresionante belleza natural que atrae a miles de turistas. En los últimos años se ha convertido en el municipio más visitado de la provincia salmantina. 

La Alberca fue el primer pueblo de España declarado Monumento histórico artístico nacional, en 1940. Afortunadamente, ochenta años después, conserva gran parte de su atractivo, aún habiéndose convertido en un lugar eminentemente turístico. En la actualidad, cuenta con apenas un millar de habitantes que han sabido conservar su esencia y rico patrimonio. Su plaza Mayor está rodeada de fachadas balconadas, soportales y columnas,  muestra de los elementos arquitectónicos que encontramos en las principales calles de la villa,  incluida la fuente donde los viandante hacen un alto en su recorrido para beber el agua directamente bajada de la montaña.  

 

https://laalberca.com/

Tras una tarde de no parar quietos,  que había incluido visita a la espectacular casa de Antonia y Juanjo, ruta turística guiada magistralmente por el propio Juanjo, albercano de pro; y paseo por las Bergancias para conocer la más reciente adquisición de Antonia en la zona de bosque comestible, al anochecer, esperamos en la plaza mayor la peculiar aparición de la “Moza de las Ánimas”.

Esta tradición es un rito de remoto origen que llama al vecindario de la villa serrana a rezar o cantar por las ánimas que están en el purgatorio para ayudarlas en su tránsito hacia el cielo. El personaje lo encarnan distintas mujeres del pueblo que se relevan en su caminar diario a última hora de cualquier tarde, al  son del tintineo metálico de la esquila y una vetusta letanía. Este murmullo que se escucha al oscurecer en las calles de La Alberca, entonado por una o varias mujeres, es el sonido de la también llamada “Esquila de las Ánimas”.

 

Y, después de aquella intensa jornada, tocaba encuentro gastronómico nocturno en el coqueto patio de la casa de Antonia y Juanjo, resguardados por la energía mágica que emanan las dos nogueras centenarias que protegen el lugar. La noche se prolongó hasta la madrugada compartiendo anécdotas del día, detalles de historia local, leyendas de la comarca, proyectos, sueños y, por supuesto, risas, emociones y sentimientos. Otras imágenes de nuestra primera visita a La Alberca se muestran a continuación: 

     

Hago un inciso en este punto para llamar la atención sobre las obras de arte que fueron apareciendo en distintos puntos de la casa a medida que Antonia tenía un hueco entre tanto ajetreo para rescatarlas del lugar donde quedaron guardadas cuando partió para Córdoba, allá por Octubre del 21.  Se trata de esculturas, muebles, objetos decorativos y utensilios domésticos elaborados en madera noble de los árboles criados en el espacio que hoy ocupa la casa cuando se utilizaba como huerto y zona de frutales. Las sensibles manos del artista que han  fraguado  piezas tan hermosas como las que subiremos aquí cuando me pasen las fotos son las de Juanjo. Solicito esas imágenes para admiración de nuestros lectores.  Aquí están ya: 

 

El marrano de San Antón y Lola 

A la mañana siguiente, bien temprano, las más madrugadoras dimos un paseo por otra parte del pueblo antes de emprender, a pie, la ruta más popular de Salamanca, la del camino del agua.  Durante aquel paseo de primera hora, Antonia nos llevó a la ermita de San Blas, que se encuentra muy cerca de su casa. Suele estar cerrada, pero justo detrás es donde guardan durante la noche al marrano que llaman de San Antón.  Si no lo encontráis por el pueblo es probable que esté ahí.

 

En La Alberca hay una tradición curiosa. Cada año, los vecinos crían un cerdo que anda suelto por las calles del pueblo hasta que el 17 de enero, festividad de San Antonio Abad,  se rifa ante las puertas de la iglesia, previa compra de papeletas cuyos beneficios se destinan a alguna ONG. El animal se ha convertido ya en un reclamo turístico para las múltiples visitas foráneas que llegan al lugar buscando al marrano de San Antón y que también se empeñan en alimentar. Se le bendice el día 13 de junio y se le deja vivir libre por el pueblo durante siete meses. 

Antonia nos relató que, durante el mes de agosto, cuando disfruta de la visita de Lola, su nieta, acuden todas las mañanas a darle los buenos días al cerdito y a llevarle su desayuno. Después, bajan a la zona de huertos o caminan un buen rato por alguna ruta del parque natural. O visitan a amigas y vecinas, como la simpática japonesa que cultiva y trabaja con el lino. O a Macu, que regenta una tetería preciosa con un jardín de ensueño. 

 

https://teteria-singular.negocio.site/

 

Imagino ahora, en estos días de canícula, a la niña jugando feliz en el patio de la refrescante casa familiar; correteando libre por aquellas callejuelas de piedra, riendo a carcajadas con las ocurrencias de la abuela, disfrutando del contacto con las plantas, el agua, los animales; saludando alegre y dicharachera a los albercanos; viviendo, en suma, una infancia única que mantendrá viva para siempre en su recuerdo como el paraíso que realmente es. Una gran suerte labrada a pulso por esa gran abuela. 

Os paso ahora algunas fotos de la casa para que os hagáis una idea: 

 

Senderos con arte: la ruta del Agua

La Ruta del Agua  transcurre desde Monforte hasta Mogarraz, atravesando un paisaje de especial encanto en el que se funden Naturaleza y Arte. Nosotros llegaríamos a Monforte desde La Alberca cruzando un vergel de huertas y frutales, varios arroyos y acequias. En este tramo, llamado de “Los canteritos”, conocimos a un hortelano, emigrante retornado, que se lamentaba de los daños provocados por jabalíes y corzos en su cosecha. Una pena, porque la zona es preciosa. La cosecha era abundante y sana gracias al sistema de riego que, en palabras de Antonia, es “impagable”. 

 

Antonia me aclara  que, antes de llegar a la Ruta del Agua propiamente dicha, recorrimos un tramo de la Ruta de la Raíces, entre La Alberca y Monforte, con su LandArt particular,  expresiones artísticas en plena naturaleza que a nuestra anfitriona gusta más que el que descubriremos más adelante.

Seguimos camino descubriendo, además de un paisaje espectacular marcado por el agua, una serie de obras de artistas locales, tamaño gigante, estratégicamente instaladas a lo largo del sendero, en el marco de un proyecto de la Diputación salmantina denominado Senderos con arte (LandArt, precisa Antonia).   Una puesta en valor del patrimonio cultural, etnológico e histórico de la Sierra de Francia, para preservar su memoria, sus historias y sus anécdotas. En total, tres horas de camino que desembocan en Mogarraz, otro de los pueblos más bonitos de España.

Al llegar a Mogarraz encontramos un pueblo típico «serrano» con la curiosidad de que las fachadas están ilustradas con retratos, algo tétricos, a mi parecer. A mí me dio la impresión de estar paseando por un cementerio.  Las imágenes están realizadas por un mismo autor  en la época en la que se empezó a realizar el documento nacional de identidad, dejando reflejadas en la fachada de cada casa la imagen de las personas que vivían allí. El pueblo es bonito, sin duda, pero, si me dieran a elegir, prefiero La Alberca.

Miranda del Castañar 

Nuestra siguiente parada en aquella improvisada excursión que tanto dio de sí fue Miranda del Castañar, una de las poblaciones más singulares de la provincia de Salamanca,  elevada sobre un promontorio rocoso en pleno corazón de la Sierra de Francia. En 1973, el casco histórico de la villa fue declarado Conjunto Histórico Artístico. Otra preciosidad de pueblo que recomendamos visitar. 

https://www.terranostrum.es/turismo/un-paseo-por-miranda-del-castanar

De Miranda del Castañar volvimos a La Alberca para almorzar y partir con destino a Hornillos de Eresma, en la provincial de Valladolid, donde nos esperaba Raúl Alonso, el promotor y alma del Espacio Universos. Esa visita será el contenido del segundo capítulo de este Viaje ¡POR SORPESA¡

Desde aquí, y en nombre de todos los seres que disfrutamos de tan fantástica estancia en La Alberca,  de nuevo, agradecemos a Antonia y a Juanjo su hospitalidad, su acogida, su cariño y, ante todo, su entusiasmo por mostrarnos y hacernos partícipes de  las maravillas de su particular oasis castellano. GRACIAS.

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