Esta mañana, la lluvia me avisó de tu llegada

Flores del Desierto (2012-2014)

Esta mañana, la lluvia me avisó de tu llegada. Tocó alegre en mi ventana y me dejó la buena nueva. He sabido que eras tú por su sonrisa. He comprendido, de inmediato, por su dulzura. Era una lluvia fina, calma, generosa y limpia. No traía banda sonora, era callada. Apenas perceptible por momentos, pero certera y persistente porque a salvar nuestros campos viene.  No era la lluvia de otros paisajes verdes del norte. Era lluvia de oasis y desierto, que aparece y se va de repente. Su humedad, sin embargo, cala hasta el subsuelo. Así germina toda la vida oculta bajo la superficie, que bulle y bulle en las entrañas. Lo esencial es invisible a los ojos.

Esta mañana, la lluvia me avisó de tu llegada. Y desde entonces la alegría que se escapa por los bolsillos del pantalón o de la falda ha vuelto al redil. Ha entrado sin perros guía, sola, pausada, consciente de cuál es su hogar. Y con su regreso se han marchado esas rayaduras de limón que rasgaban mi garganta. Y el rosa dulce del algodón de feria se ha instalado en mi alma.

Por la tarde, cuando ya el arcoiris vencía en su cortejo a las nubes, he descubierto el jardín resplandeciente. Rojos, azules, verdes y malvas. Amarillos, dorados, rubíes y amatistas. Todos los colores asaltaban mis ojos cual delicados pañuelos de lino bordados en seda para limpiar mis lágrimas. Y el ‘do’ cogió del brazo al ‘re’ para danzar frente al ‘ fa’  y al ‘sol’, enredados por las hadas, las musas, el violín y la flauta. Un rasgueo de guitarra competía con un taconeo flamenco. Y los lunares y las peinetas han salido a pasear. He sentido un buen vino acariciar mi paladar. Y el perfume de la rosa, mi rosa, la que floreció esta primavera en abril, cobijada en una maceta pintada de añil, ha sido más intenso aún. Esa rosa exclusiva ya siempre para mí. Sus pétalos encontrarás, si buscas, a lomos de Platero, mi libro más preciado. O cabalgando junto al jinete polaco, el más deseado. Si tuviera que elegir, quizás, algo de Neruda o el maestro Machado, aquel hombre bueno. O escuchando al pequeño príncipe, que tanto nos enseñó. Porque el tiempo que dediqué a mi rosa la convirtió en sin par.

Esta mañana, al asomarme a mi azotea, los nenúfares del estanque bailoteaban cantarines. Y Amaranta salía a pasear tras sus cien años de soledad. Libélulas y luciérnagas se hicieron luz y color. Amapolas y jaramagos pintaron a Vicent Van Gogh. Caléndulas y petirrojos se han ido de infantil excursión entre jaras y tomillos, brezos y retamas. Cogieron el autobús de los sueños y cantaron a coro cuando la niebla se perdió. De nuevo, todo estaba en su lugar. El orden natural se había vuelto a instalar. Así, fluyendo, como el agua mansa de manantial. Así, como por arte de magia. Evidente, había llegado el mago.

La lluvia me lo dijo esta mañana, cuando me asomé al balcón. Me avisó con un toque ligero en el cristal y, como Alicia, sin pensarlo, lo atravesé sin más. Al instante, corrí, corrí, sin cesar, como Alicia, detrás del señor Conejo blanco, esquivo y puñetero; en permanente estampida, jugando un continuo escondite. No siempre quien dice decir siempre la verdad es tan sincero. No siempre quien dice esconderse siempre detrás de mil máscaras es tan embustero. No encontré al señor Conejo blanco. Pero allí estaba la señora Reina de corazones y su señor Rey; el señor Sombrero loco y la señora. Liebre; el sr. Carpintero y Diana, la gata; la oruga y la morsa; las flores y las rosas, los pájaros y las mariposas, ¡siempre las mariposas¡. El esplendor en la hierba desayunaba con diamantes, y Norma renacía del crepúsculo de los dioses. Personajes históricos jugaban al parchís con héroes mitológicos. Hablaban de recuerdos, o en latín, de las ferias de los pueblos; escuchaban su melodía de las sieteypico o se marchaban a la feria o descubrían la lluvia a través de la pintura. Todo eran risas, y sonrisas, y carcajadas. Todo eran frases, y palabras. También había canciones, y notas, y melodías. Y el pentagrama, atrevido, jugueteaba con relatos y poesías. Todo era. Todo es un cuento, acaso, ¡bendito cuento es¡.

Esta mañana,  la lluvia me avisó de tu llegada. Desde entonces, en el Desierto, la luz ha vuelto a ser dorada.

Pasionaria 29 septiembre, 2012

Cassssssss…. ay mi Cas!!!! mi pequeña y gran Casandra!!! que lindo escribes, que precioso sientes, vives y gozas….al leerte las lágrimas de la emoción han llenado mis ojos….porque con cada una de tus palabras yo sentía. He podido leer tu corazón y tocarlo, acariciarlo….
Cada estación nos trae algo nuevo, lo que necesitamos. Se que el otoño para ti más que para nadie será estación de segundas cosechas, porque eres paciente.
Besazos preciosa.
Feliz luna llena, es la primera del otoño, plenitud nos traerá y segundas oportunidades a quien pacientemente las han esperado.

Blanca 28 abril, 2013

Poético y gentil relato, Cas, con un toque de melancolía que produce una cierta sensación de pérdida. Tal como éramos. ¿verdad?
También yo he visto la lluvia esta mañana pero ha durado poco. No es su momento.
Ahora es tiempo de otras luces, Cas, más audaces y la melancolía no puede tener cabida en nuestras almas No sientas nostalgia. Tenemos mucho por hacer y hay que pensar (aunque sólo sea por mitigar anhelos), que no siempre cualquier tiempo pasado fue mejor. Vendrán otros y serán mejores. Seguro.
un besito
Blanca

Casandra 2 mayo, 2013

Por supuesto, Blanca. Tú sabes que estoy de acuerdo absolutamente con tu planteamiento. Tenemos tanto por hacer que estoy estresada -ja,ja,aja.-. Me río, aunque no es broma, ya sabes. Pero así intento relajar la situación.
No suelo sentir melancolía ni nostalgia, salvo en contadas ocasiones. No tengo tiempo, además. Siempre pienso que lo mejor está por llegar, aunque procuro aprovechar el maravilloso instante presente que mañana será pasado ya, por tanto, irrecuperable. Y lo pienso de verdad. Así que aquí estaremos para disfrutarlo. Seguro.
Un beso. Hasta luego.

Magnolia 18 enero, 2014

Me encantó Casandra, genial!!! Cierto que lo mejor está por llegar y el presente es para disfrutar. besazos

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